
«Animales nocturnos»: crónica de un fin de semana salvaje en Varsovia
«Ahora lo ve claramente: existe el mundo de los humanos y el mundo de los gusanos, y ella pertenecía al segundo». Con una frase tan elocuente como esa podría definirse a Tamara Mortus, el personaje principal de una depresiva historia: Animales nocturnos.
Se trata de la primera novela de la periodista y escritora polaca Patrycja Pustkowiak, que en 2013 con su primer trabajo llegó a ser finalista del premio Nike, un prestigioso galardón de la literatura de Polonia. ¿Pero por qué tal distinción?
Quizá la respuesta más concreta a ese interrogante tenga que ver con la historia en sí, que se basa en una mujer que no le encuentra el sentido a la vida y por eso se sumerge en la perdición del alcohol y las drogas, adicciones combinadas en todas sus variantes. Particularmente, la novela se centra en un fin de semana de descontrol contado por la misma Tamara y tiene un factor que la convierte en intrigante: una muerte. Porque la autora presenta en el primer capítulo a su protagonista como una asesina y en el transcurso de las páginas se encarga de relatar el camino que recorrió para llegar a serlo.
«Había perdido en cada campo posible donde rivalizar: en el profesional, financiero, sexual y emocional. Desde hacía un buen tiempo su vida se podía definir sólo con una palabra: humillación».
Patrycja Pustkowiak en Animales nocturnos (2013)
¿Cuál es el mensaje que hay detrás de Animales nocturnos? Podría interpretarse que Pustkowiak intentó hacer una crítica del sistema actual, pues a través de los ojos de Tamara describe lo insignificantes que resultamos las personas para un mundo controlado por empresarios para los cuales parecemos ser descartables. Por otra parte, la escritora plantea el dilema existencial de una mujer que pasó los 30 años y siente haber entrado en una especie de curva descendente por verse fuera de los cánones de belleza impuestos por la sociedad y, por ende, que también se siente menos deseada por unos hombres a los que llega a aborrece, al punto tal de haber perdido completamente la atracción sexual hacia ellos.
Por otra parte, a través de su obra Pustkowiak realiza diversas críticas acerca de Varsovia, la capital polaca y escenario donde se desarrolla la historia. Oriunda de Cracovia —otra ciudad importante de Polonia que incluso supo ser la capital hasta 1596—, la autora describe a Varsovia como una ciudad fría, oscura y triste, donde lo deprimente de la arquitectura antigua va siendo reemplazado por lo insulso de las edificaciones modernas.
Más allá de la historia en sí, el modo de contarla también resulta otra de las distinciones de Animales nocturnos. Porque aparentemente a Pustkowiak no le tembló el pulso a la hora de escribir obscenidades y, de esa manera, dotó con una alta dosis de realidad a una crónica narrada por una adicta con problemas de depresión que tiene más ganas de desaparecer que de seguir viviendo una vida que le resulta torturadora.
«Todas las moradas de los animales nocturnos están lejos de su casa, a miles de millones de años luz, allí sólo pueden existir ellos y escuadrones de insectos de agosto».
Patrycja Pustkowiak en Animales nocturnos (2013)
El final de la novela devela a quién asesina Tamara luego de sufrir una salvaje violación en un departamento al cual asistió luego de ser invitada por unos desconocidos que se cruzó en una discoteca. Es en ese momento, luego de recobrar el conocimiento tras recuperarse del efecto de las drogas consumidas, que se decide a no respetar las reglas establecidas en un mundo al cual no siente pertenecer. «No es parte de todo eso que construye casas lejos de los animales salvajes, los ahuyenta con sus fogatas, dispara balazos de advertencia con armas preparadas para a noche». Porque esa es su verdadera esencia: ser un animal nocturno.
Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

