Europa,  Literatura

Carmilla, una vampira injustamente poco conocida

A esta altura de la historia, difícilmente alguien desconozca a Drácula. El famoso conde rumano es, tal vez, la máxima referencia literaria a la hora de hablar de vampiros. Sin embargo, tan reconocida e imponente figura tiene como inspiración a una seductora vampira que nació bastante tiempo antes: Carmilla.

Seguramente muchas personas conozcan a Drácula por sus adaptaciones cinematográficas, pero lo cierto es que el personaje creado por el escritor irlandés Bram Stoker nació en una novela publicada en 1897 que hasta el día de hoy atrapa con la figura oscura, cautivadora y perversa de un vampiro que parece no tener límites a la hora de cazar. Y justamente las características de esa novela tienen muchos rasgos conocidos gracias a Carmilla, una novela corta que fue publicada por el también escritor irlandés Joseph Sheridan Le Fanu en 1872, es decir, nada más y nada menos que 25 años antes que Drácula.

Ilustración de David Friston para la publicación original de Carmilla en 1872.

¿De qué se trata particularmente la historia presentada en Carmilla? De una vampira que se hace llamar Carmilla, pero cuyo verdadero nombre es Mircalla y que supo ser condesa de Karnstein, apellido que distinguía a una reconocida familia aristocrática. Lo peculiar de la obra de Sheridan Le Fanu es que su personaje sólo se alimenta de mujeres, y a muchas de ellas las seduce en sus propias casas cuando llega como huésped bajo una excusa inventada. Esta característica, que actualmente puede pasar desapercibida por los avances de nuestra sociedad, a fines del siglo XIX era toda una novedad pues el lesbianismo no era bien visto y constituía un verdadero tabú. A través de las sutiles descripciones de Carmilla y de sus tácticas de seducción, el autor logra poner en palabras de la narradora —Laura, una de sus víctimas— los profundos deseos que se generan en ella al estar en contacto con la vampira.

Pero más allá del lesbianismo, la novela del escritor irlandés también se destacó por presentar al vampiro de una manera distinta a la que se conocía hasta ese entonces. Porque antes de la publicación de la obra de Sheridan Le Fanu, los vampiros eran criaturas mitológicas que aparecían mayoritariamente en fábulas de Europa del Este y a las cuales se las describía como muertos que salían de sus tumbas por las noches a beber la sangre de las personas dormidas. Gracias a Carmilla, hoy en el imaginario colectivo los vampiros son considerados seres fríos y calculadores pero también seductores insaciables que no dudarán a la hora de explotar su belleza para conquistar a sus víctimas.

«Me acarició con sus manos, se acostó a mi lado en la cama y me atrajo hacia ella sonriendo. Me sentí inmediatamente tranquilizada y volví a dormirme. Fui despertada por la sensación de que dos agujas penetraban mi pecho al mismo tiempo, y grité fuerte. La dama retrocedió con sus ojos fijos en mí, se deslizó hacia el suelo y, tal como creí, se escondió debajo de la cama».

Joseph Sheridan Le Fanu en Carmilla (1872)

La influencia de Carmilla en la literatura vampírica es tan notable que muchas de sus características están presentes en la popular novela Drácula. Más allá del magnetismo similar que presentan los personajes principales, ambos comparten el origen pues se dice que sus autores se basaron en reconocidos personajes históricos. Mientras que Sheridan Le Fanu se inspiró en la figura de Isabel Bathory, una condesa húngara que se bañaba en la sangre de adolescentes y niñas para intentar rejuvenecer, Stoker tomó como modelo a Vlad Tepes, un príncipe rumano que empalaba a sus adversarios.

Por otra parte, la geografía de las historias también es similar pues ambas tienen su origen en Europa del Este: Carmilla transcurre en Estiria, que hoy pertenece a Austria, y Drácula en Transilvania, que hoy pertenece a Rumania. Además, en ambas obras adquiere relevancia Inglaterra, pues de aquel país es el padre de Laura, la narradora de Carmilla, y también Jonathan Harker, el narrador de Drácula.

Carmilla es una de las villanas en Castlevania, una serie de videojuegos de terror.

Las similitudes son incluso más amplias. Podrían mencionarse, entre otras cosas, los imponentes castillos, las estacas, las tumbas, los ataúdes, los amuletos, las transformaciones en animales o los expertos que acuden para exterminar a las criaturas que son protagonistas. Por todo eso y más, es innegable el hecho de que Carmilla es una obra que fue pionera en la literatura universal y, por ende, debería tener más reconocimiento que el que hoy tiene. Tal vez en esta época, donde las mujeres luchan activamente por sus derechos, de alguna forma la figura de Carmilla pueda adquirir esa fama que sus letras se han ganado con justicia.

Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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