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Cristiano Ronaldo y las injusticias que marcaron su carrera

Seguramente suene raro escuchar la palabra injusticia cuando se habla acerca de Cristiano Ronaldo, uno de los futbolistas más talentosos y ganadores de la historia. Sin embargo, su desembarco en el Al-Nassr saudí ha alimentado una vez más todas aquellas críticas que el jugador ha tenido que soportar a lo largo de su carrera.

Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro hizo su debut profesional en el Sporting de Lisboa en el 2002, cuando tan sólo tenía 17 años. A partir de ahí, y luego de 21 años de trayectoria, se ha consagrado campeón en todos los clubes por los cuales pasó y ha conquistado al menos una vez casi todas las competencias que ha disputado, desde las domésticas hasta las internacionales. Ligas, copas, supercopas nacionales, copas de liga, Champions League, supercopas europeas, Mundiales de Clubes y hasta dos títulos con la Selección de Portugal, entre ellos la primera Eurocopa de su historia. Sin embargo, nunca nada de eso pareció ser suficiente para una prensa que se empeñó en compararlo con otro fenómeno contemporáneo: el argentino Lionel Messi. Una injusta manera de proceder por parte de un periodismo que hizo lo propio con Messi y Maradona y anteriormente con Maradona y Pelé, y cuya consecuencia principal no es otra que crear una innecesaria división entre los aficionados del fútbol.

Cristiano en el Sporting de Lisboa, el club en el cual debutó. Foto: GOAL.

CRISTIANO VS. MESSI: UNA COMPETENCIA QUE NUNCA FUE

Si bien las comparaciones entre Ronaldo y Messi se iniciaron prácticamente desde que ambos debutaron profesionalmente —el rosarino lo hizo en 2004 con la camiseta del Barcelona—, se acrecentaron exponencialmente cuando en 2009 el portugués fue transferido al Real Madrid tras haberlo ganado todo en el Manchester United, club que lo compró casi inmediatamente después de haber dado sus primeros pasos en el Sporting.

Los continuos enfrentamientos que se produjeron a lo largo de casi una década entre el Madrid y el Barça propiciaron una infinidad de debates entre periodistas que, más que profesionales, parecían unos aficionados corrientes que debatían en un bar con varios litros de vino encima. La cantidad de goles, de asistencias, de regates, de posesión de la pelota y hasta las diferencias en sus personalidades fueron analizadas minuciosamente por comunicadores que, de a poco, lograron convertir esas absurdas comparaciones en una rivalidad que en muchas oportunidades los futbolistas se encargaron de negar. Algo que no sirvió de nada, pues esa rivalidad cimentada por la prensa ya estaba instalada entre unos aficionados que empezaron a discutir acaloradamente a lo largo y ancho del globo acerca de quién era mejor, si Messi o Ronaldo.

Sin embargo, y como se mencionó anteriormente, esa comparación fue, es y será absurda. Cristiano y Messi son diferentes, desde el vamos, por su posición en el campo: mientras que el luso se inició como un jugador veloz que se desempeñaba por las bandas principalmente como delantero, el argentino hizo lo propio pero como un mediocampista más armador de juego. La pregunta es, entonces: ¿por qué comparamos a un 7 con un 10? ¿Acaso a alguien se le ha ocurrido comparar a Matthäus con Caniggia? ¿O a Zidane con Robben?

Con el correr del tiempo, sus posiciones se fueron modificando para convertirse ambos en jugadores de todo el frente de ataque, aunque siempre manteniendo sus características principales: Cristiano más atlético —veloz en carrera y saltos impresionantes a la hora de cabecear— y Messi más cerebral —veloz con la pelota pegada al pie y mucho más pragmático a la hora de gambetear—. Analizando todo eso, se deduciría que Cristiano es más goleador y Messi más asistidor. De hecho, así es: a nivel clubes, Cristiano suma 701 goles y 212 asistencias en 949 partidos jugados, mientras que Messi acumula 695 goles y 297 asistencias en 831 participaciones. Y acá viene la injusticia: como Ronaldo posee muchos récords como goleadormáximo goleador de la historia según la FIFA, máximo goleador de la Champions League o máximo goleador del Mundial de Clubes, sólo por nombrar algunos—, quienes prefieren a Messi argumentan que el argentino tiene menos goles pero que es más equilibrado pues ha asistido más. No obstante, los números están a la vista: goles más o goles menos, asistencias más o asistencias menos, los dos jugadores están parejos en ambos rubros.

Ronaldo y Messi mostrando su buena relación en una ceremonia de entrega del Balón de Oro. Foto: EFE.

LA SELECCIÓN Y MÁS COMPARACIONES CON MESSI

Un caso aparte son los números en sus respectivas selecciones, una arista que también ha formado parte del debate a lo largo de todos estos años. Pero, en este aspecto, las comparaciones entre Ronaldo y Messi tampoco tienen sentido. ¿Por qué? Porque, en esencia, Argentina y Portugal no tienen seleccionados del mismo calibre: mientras que el combinado sudamericano es uno de los más ganadores en su continente y en el mundo con un total de 22 títulos, el europeo sólo cuenta en su haber con 2 trofeos. Por otra parte, debido a las características geográficas propias de ambos continentes, las competencias de la UEFA no son similares a las de la CONMEBOL, algo que también inside si alguien se quiere tomar la inútil molestia de comparar.

De todas formas, si se quisiera hacer un análisis, se podría obtener como resultado una imagen que dista de lo que gran parte de los detractores de Cristiano piensa. El luso disputó para su selección nacional 196 encuentros en los cuales aportó 118 goles (promedio 0,60) y 35 asistencias (promedio 0,18). El argentino, por su parte, jugó 121 partidos con la celeste y blanca y en ellos sumó 54 goles (promedio 0,45) y 38 asistencias (promedio 0,31). De estas estadísticas se desprende que aquí también existe una paridad entre ambos, nuevamente con un Ronaldo más goleador y un Messi más asistidor, algo que va en consonancia con sus características de juego y con lo hecho a nivel clubes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, como se mencionó anteriormente, Portugal no es lo mismo que Argentina. Con todo el respeto que cualquier futbolista profesional merece, es justo y necesario puntualizar que no es lo mismo asistir a jugadores de élite de la talla de Agüero, Higuaín o Di María que asistir a Éder, Simão o André Silva. Y lo mismo aplica a la hora de recibir las asistencias, claramente.

Siendo ambos los máximos goleadores de sus seleccionados, CR7 y Messi han logrado en los últimos años conquistar títulos para sus respectivos países, algo que injustamente se les había reclamado durante años (como si ambos jugaran solos, ¿no?). Y, como no podía ser de otra manera, una vez que ambos añadieron a su palmarés esos trofeos, llegaron nuevamente esas odiosas comparaciones que, nuevamente, parecen dejar al portugués como el perdedor. Con la reciente conquista del Mundial de Catar, Messi alcanzó su tercer título con Argentina tras ganar la Copa América de 2020 —disputada en 2021 por la pandemia— y la Copa de Campeones CONMEBOL-UEFA 2021, también conocida como Finalissima. Ronaldo posee un trofeo menos, pues conquistó la Eurocopa 2016 y la Liga de Naciones de la UEFA 2019.

Y es aquí cuando llega el momento nuevamente de analizar cualitativamente y no cuantitivamente. Es cierto, Messi ganó un título más y no uno cualquiera: la Copa del Mundo. Sin embargo, es necesario retomar lo planteado anteriormente: no es lo mismo Argentina que Portugal. ¿O acaso alguien creyó realmente alguna vez que Portugal tenía lo necesario para ganar un Mundial? Es más, si durante todos estos años el seleccionado ibérico tuvo el rótulo de candidato en la máxima cita futbolística justamente fue debido a la presencia de Ronaldo, que logró clasificar 5 veces con una selección que, antes de su convocatoria, sólo lo había hecho en 3 ocasiones (y eso sin mencionar que en el 2006 llegó hasta las semifinales, perdiendo allí ajustadamente con una magnífica Francia liderada por Zidane, que marcó el único tanto del partido desde el punto penal). Y, curiosamente, los mismos números se repiten al hablar de la Eurocopa, pues con Cristiano dentro de la plantilla Portugal se clasificó 5 veces a un certamen al que antes sólo habia asistido en 3 oportunidades. Y no sólo eso, sino que logró ganarla en 2016 y alcanzar la final en 2004, donde sorprendentemente cayó ante Grecia justamente en Lisboa, la capital portuguesa.

En resumen, ambos fueron, son y serán jugadores de otra dimensión, y caer en las comparaciones resulta futil pues, en definitiva, todo dependerá de los gustos personales y no de las estadísticas. Hasta da vergüenza tener que aclarar algo tan trivial, pero es el deber de quien escribe estas líneas, que como periodista y apasionado por el fútbol tiene la difícil tarea de analizar detenidamente las vagas e infundadas teorías que sus colegas han hecho durante más de una década. Teorías que han llegado al ridículo de asegurar que, mientras Messi era dueño de un talento nato, Cristiano era sólo el producto del entrenamiento. ¿Acaso alguien nace sabiendo jugar al fútbol? ¿No pasaron los pequeños Cristiano y Lionel por el mismo proceso de tocar una pelota por primera vez, jugar en las calles con sus amigos, ir a escuelas formativas y luego ir a clubes profesionales? ¿Nadie escuchó a Messi contar cómo aprendió a ejecutar los tiros libres gracias a los consejos que Maradona le dio cuando ya el rosarino era una megaestrella del fútbol mundial en el Barcelona? ¿No es eso lo mismo que todas las historias que ha contado Ronaldo acerca de cómo se quedaba después de los entrenamientos para lograr una diferencia física y futbolística? E incluso si así fuere, es decir, que Messi nació tocado por una varita mágica y Cristiano es un robot sacrificado, ¿no tendría más mérito el portugués, que sin ese aura divina tiene números similares a los del argentino? Una prueba de que, como dice el conocido refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver…

Cristiano y Messi durante un Portugal-Argentina disputado en 2011. Foto: Ahmad Zuhairi.

EL RENDIMIENTO EN SUS ÚLTIMOS AÑOS Y LA LLEGADA A ARABIA SAUDÍ

Tras despedirse del Real Madrid como el máximo goleador de su historia luego de haber ganado títulos de todos los colores, Cristiano partió hacia Turín para jugar en la Juventus. De un grande de España a un grande de Italia. Un cambio que, aunque no parezca muy brusco, para el luso representaba un desafío pues quería conquistar una Champions League que a los piamonteses se les venía negando a pesar de ser el campeón por excelencia de su país, en el cual llevaban ganando la liga durante 7 años consecutivos al momento de su llegada.

Durante su estadía en el club del norte de Italia nadie lo cuestionó demasiado, pues sus estadísticas fueron arrolladoras: 101 goles y 19 asistencias en 134 partidos, aporte que sirvió para conquistar 2 ligas, una Copa de Italia y 2 Supercopas de Italia. Sin embargo, cuando Cristiano decidió dejar Turín para retornar a Manchester, las críticas llovieron todas de golpe. Tanto periodistas como excompañeros pusieron en duda el valor del paso del astro portugués por el club, alegando que no sólo no se había logrado lo que se esperaba con su llegada —la Champions League—, sino que, además, se había cortado la racha de títulos consecutivos en la liga. Unas críticas que ya de por sí no son serias por el sólo hecho de cuestionar a un futbolista con un promedio de gol de 0,75 por partido, pero que pierden incluso más validez cuando se analiza cómo jugaba una Juventus que una temporada después de su llegada dejó de ser entrenada por Massimiliano Allegri, quien desde el banco de suplentes había sido el artífice de todos aquellos scudetti consecutivos y de alcanzar dos finales de Champions. Ni con Sarri primero ni con el experimento de un debutante Pirlo después, la Vecchia Signora pudo encontrar un buen funcionamiento futbolístico, y eso lo terminó pagando injustamente un Ronaldo que debió apelar a su talento individual para suplir las carencias colectivas.

Sin embargo, en este punto sí se le puede cuestionar algo a Cristiano: dejar La Liga para irse a la Serie A. Aunque parezca que pasar del Real Madrid a la Juventus es básicamente lo mismo, al analizar la calidad que presentan ambas ligas actualmente se le podría reprochar la decisión a una estrella que pasó de jugar frecuentemente contra clubes competitivos como el Barcelona, el Atlético de Madrid o el Sevilla a enfrentarse, como máximo, con grandes instituciones devaluadas deportivamente como lo eran, en ese momento, el Inter o el Milan. Entonces, desde ese punto de vista el objetivo de CR7 de conquistar la Champions con una nueva camiseta parecía más una utopía que una posibilidad concreta.

Y algo similar ocurrió en el siguiente paso de su carrera, cuando retornó al Manchester United, el club con el cual saltó a la fama. Se repitió la mala decisión, pues teniendo la posibilidad de recalar en el Manchester City, club rival de los Diablos Rojos pero con un proyecto deportivo dólido, optó por volver a una institución que lejos estaba de ser ese United ordenado, plagado de estrellas y ganador en el cual él había brillado. Y, una vez allí, se repitieron también las críticas infundadas en relación a su rendimiento.

CR7 celebrando en su segunda etapa en Manchester. Foto: Craig Brough/REUTERS.

En la temporada de su retorno a Manchester, Cristiano firmó 24 goles y 3 asistencias en 38 partidos. Unas cifras que muchos dijeron que fue baja para un goleador de su calibre, pero que no lo fueron en absoluto si se tiene en cuenta que las consiguió jugando en un equipo que terminó sexto en la Premier League, que cayó en octavos de final de la Champions League y que no se clasificó para la siguiente edición, y que en el medio sufrió el despido del entrenador, Solskjaer, que fue reemplazado por dos interinos: primero Carrick y luego Rangnick.

Más tarde llegarían los más recientes y encandalosos sucesos: su mala relación con el neerlandés Ten Hag, nuevo entrenador del United y quien decidió empezar a relegarlo poco a poco; la polémica entrevista con Piers Morgan, en la cual defenestró tanto a Ten Hag como a la dirigencia del United; y luego su desvinculación del club inglés para su arribo a Riad, la capital de Arabia Saudí, para vestir la auriazul camiseta del Al-Nassr. Una decisión que, a priori, también está dotada de injusticia teniendo en cuenta la excelente trayectoria que tiene sobre su espalda. Porque ahora gran parte de la prensa especializada habla de un Cristiano acabado que se fue de Europa por la puerta de atrás, siendo suplente tanto en Manchester como en la Selección de Portugal y teniendo que «soportar» ver a Messi campeón del Mundial. ¿Pero cuánto de eso es cierto?

Si esta temporada Cristiano no rindió en el United fue porque casi ni jugó (sólo disputó 16 partidos, en los cuales anotó 3 tantos), y esa falta de regularidad puede haber influido en la decisión del entrenador de su seleccionado nacional, Fernando Santos, quien no lo incluyó en el equipo titular en los dos últimos encuentros del Mundial. Aunque, claro está, con jugadores de ese calibre todo es relativo, pues cuando le tocó ingresar en el partido en el cual Portugal quedó eliminado ante Marruecos, el peso ofensivo del equipo mejoró notablemente. Y en otra dimensión se encuentra el supuesto golpe anímico de la consagración de Messi en Catar: algo que forma parte del vasto universo de las especulaciones y que jamás podremos confirmar hasta que él no se pronuncie al respecto.

Cristiano Ronaldo en su reciente presentación en el Al-Nassr saudí. Foto: Khalid Alhaj/MB Media/Getty Images.

Tan injusta como esas críticas absurdas es esta etapa final que está atravesando la carrera profesional de Cristiano Ronaldo, que no sólo no ganó nada con el United tras su regreso—algo inusual para un deportista ganador como lo es él—, sino que ahora además bajará varios escalones de competitividad para irse a jugar a Arabia Saudí. Tal vez su verdadero deseo era ir a Medio Oriente para ganar dinero y tranquilidad y contribuir al crecimiento deportivo de una liga poco conocida en el resto del mundo, pero da toda la sensación, por su carácter competitivo, de que terminar en el Golfo Pérsico no fue su primera opción. Y mucho más cuando se habla de que ningún club europeo lo quiso en sus filas, alegando que el rechazo no tendría que ver tanto con lo económico, sino con su personalidad arrogante y conflictiva.

Una de las tantas informaciones que circularon durante los últimos días es que el paso por el fútbol saudí podría interrumpirse si el Newcastle inglés, que también tiene dueños árabes, se clasifica a la próxima edición de la Champions League. En ese hipotético caso, los lazos entre el Newcastle y el Al-Nassr propiciarían un nuevo retorno de Cristiano a la Premier League y al máximo certamen europeo de clubes, algo que sería más acorde a la trayectoria deportiva que el futbolista portugués ha construido a lo largo de más de dos décadas. Si eso no llega a ocurrir, entonces su despedida del fútbol se sumará a esa enorme lista de injusticias que salpicaron su fructífera carrera. Y para quienes amamos el fútbol y disfrutamos de todos los jugadores excelsos, ese hipotético final sería una verdadera pena.

Imagen destacada: Jorge Ferrari/AFP.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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