
El Edificio Libertador de Monserrat: una historia de guerra
Es de esos sitios que pasan inadvertidos. Que están ahí, fijos sobre sus cimientos, pero que parecen no estar porque uno en general no los ve. ¿De qué estamos hablando? De una edificación que está muy cerca de la Casa Rosada, algo que seguramente influya en que no sea percibida. Se trata del Edificio Libertador.
El domicilio legal del lugar figura en Azopardo 250 —en el barrio de Monserrat de la Ciudad de Buenos Aires—, pero lo cierto es que la mejor vista de esta mole de cemento se obtiene desde la avenida Paseo Colón, a pocos metros y casi enfrente de la sede del Poder Ejecutivo de la República Argentina. Estando en esa avenida, ya sea desde un colectivo que circule por el Metrobús o simplemente caminando, se podrán apreciar, entre otras cosas, dos enormes y elocuentes carteles: uno que detalla su nombre y otro que especifica su función, que es ser la base del Ministerio de Defensa de la Nación.

Allí funcionan las oficinas de la cartera que se ocupa de la protección de la soberanía nacional y de dirigir a las Fuerzas Armadas, por lo que, además, en el lugar se desempeñan las tareas administrativas del Estado Mayor General del Ejército y del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Un sitio donde la guerra es lo primero que se viene a la mente no sólo por lo que representa, sino también por las estatuas de soldados y los tanques que se encuentran en los alrededores.
EL EDIFICIO Y LA GUERRA, UNA RELACIÓN ESTRECHA
La idea de la creación de una edificación que albergara lo que en ese entonces era conocido como el Ministerio de Guerra surgió a mediados de la década de 1930, cuando el presidente de la Argentina era el ingeniero y militar Agustín Pedro Justo. Las obras comenzaron en 1938 tras estudiar diferentes proyectos y finalizaron cinco años después, en 1943. Su nombre definitivo se adoptó en 1950, al cumplirse cien años de la muerte del libertador argentino José de San Martín.

Más allá de la historia de su surgimiento, lo que llama la atención del Edificio Libertador es su relación con los conflictos bélicos y las historias producidas en ese sentido. Por ejemplo, una de ellas tiene que ver con el momento de su inauguración, pues en ese entonces el ministro de Guerra era Pedro Pablo Ramírez, quien tan sólo unos meses después se convertiría en el presidente del país tras derrocar a Ramón Castillo.
Sin embargo, por su relevancia, quizá la anécdota más conocida e importante de este sitio está relacionada con Juan Domingo Perón, una de las figuras políticas más destacadas de la historia argentina. Porque en 1955 el entonces Jefe de Estado atravesaba su segunda presidencia cuando fue derrocado por la Revolución Libertadora —encabezada primero por Eduardo Ernesto Lonardi y luego por Pedro Eugenio Aramburu— y para salvar su vida debió refugiarse en el Edificio Libertador utilizando el túnel subterráneo que lo conecta con la cercana Casa Rosada, para así después emprender su exilio.
Pero eso no es todo, sino que la sede del Ministerio de Defensa —que se llama así desde 1958— también fue uno de los escenarios del último de los alzamientos de un grupo de militares conocidos como «Carapintadas», que al mando del coronel Mohamed Alí Seineldín en 1990 tomaron el edificio y luego, allí mismo, se rindieron definitivamente tras tres años de protestas relativas a los juicios llevados a cabo en contra de los uniformados que formaron parte de la última dictadura militar argentina, que gobernó al país entre 1976 y 1983.
Aunque parezca ser una construcción más de las tantas que hay en una ciudad grande como lo es Buenos Aires y que en la vorágine cotidiana se pasan por alto, lo cierto es que el Edificio Libertador escribió su nombre en las páginas de la historia argentina.
Imagen destacada y galería de fotos: Martín Bugliavaz.

