Europa,  Mis historias de Buenos Aires

El Mercado de San Telmo y los inmigrantes de Buenos Aires

Hablar de carnicerías, fiambrerías, verdulerías o fruterías puede parecer poco interesante. Puede pensarse, tal vez, que detrás de esos comercios no hay mucho por contar. Sin embargo, tras lo cotidiano suele haber buenas historias por relatar y mucho más si se trata de lugares antiguos. Ese es el caso del Mercado de San Telmo.

En uno de los barrios históricos de la Ciudad de Buenos Aires se halla ese enorme sitio que data de fines del siglo XIX y que tiene salidas por las cuatro calles de la manzana de la cual forma parte: Carlos Calvo, Bolívar, Defensa y Estados Unidos. Un lugar que no sólo tiene comercios, sino que, además, está íntimamente relacionado al pasado de la ciudad y a las raíces argentinas.

El Mercado de San Telmo visto desde la calle Bolívar. Foto: Martín Bugliavaz.

EL SURGIMIENTO Y LOS INMIGRANTES

Buenos Aires —al igual que la Argentina en general— creció al ritmo de una inmigración que, en distintas tandas, aumentó las cifras poblacionales del país entero y modificó su idiosincrasia. La capital de la república, sin embargo, fue el punto de arribo de la mayoría de los inmigrantes debido a su importante puerto, cuyos barrios cercanos se vieron masivamente habitados.

Uno de ellos fue San Telmo, mayormente ocupado por españoles e italianos. Justamente de la tierra de Dante Alighieri provenía Juan Antonio Buschiazzo, un arquitecto que, trabajando como director del Departamento de Obras Públicas de Buenos Aires, se encargó de modificar notablemente la apariencia de una ciudad que tranquilamente podría ser europea en cuanto a su estética.

Una de las obras que dejó Buschiazzo fue el Mercado de San Telmo. Inaugurado en 1897, el entonces flamante edificio pasó a cumplir un rol clave para el funcionamiento del barrio, pues abastecía a esa nueva y enorme cantidad de habitantes. El oriundo de Savona —quien fue la segunda persona en obtener el título de arquitecto en Buenos Aires— se encargó de diseñar un edificio enmarcado en lo que se conoce como el estilo italianizante de la arquitectura y lo dotó de una gran cúpula central en la cual confluyen las alas provenientes de las cuatro calles de la manzana —aunque en ese entonces sólo había ingresos por Carlos Calvo y Bolívar—.

Juan Antonio Buschiazzo, el diseñador del Mercado de San Telmo.

EL PRESENTE Y LA EXPLOSIÓN TURÍSTICA

Tras su creación, el Mercado experimentó algunas remodelaciones durante las primeras décadas del nuevo siglo, como los mencionados dos nuevos accesos. Sin embargo, con el paso del tiempo el lugar entró en una paulatina decadencia que lo llevó a lucir deteriorado, con vidrios y partes del techo rotos, y una visible falta de limpieza.

El lavado de cara comenzó exactamente en el nuevo milenio, cuando en el año 2000 fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Un reconocimiento al sitio en el cual confluyeron inmigrantes de diferentes colectividades que tuvieron una importante influencia cultural en las raíces argentinas.

De todas formas, la estructura que hoy conocemos como el Mercado de San Telmo se modificó recién durante la última década y en ella también influyeron los extranjeros, pero no precisamente los migrantes, sino los turistas. Porque en una época donde los mercados son un atractivo más en todas partes del mundo, el de San Telmo vio una oportunidad para resurgir. Para reinventarse y volver a ser.

La historia del Mercado de San Telmo. Video: Martín Bugliavaz (YouTube).

Fue así que, tras una serie de mejoras, el sitio empezó a rejuvenecerse. Y no sólo por las mejoras edilicias y sanitarias, sino también por la transformación de su esencia, que pasó de tratarse de un mercado de alimentos a un pequeño polo gastronómico. De esa manera, las ya clásicas fruterías, verdulerías, carnicerías, fiambrerías, florerías y anticuarios ahora conviven con nuevos locales de comida que se convirtieron en un verdadero anzuelo para los turistas y que incluyen ofertas como una churrería, una licorería, varios cafés y hasta incluso opciones gourmet de platos tradicionales argentinos como empanadas o choripanes.

A pesar de haber caído en el limbo del olvido producto de las múltiples crisis que constantemente azotaron —y azotan— a la Argentina, hoy el Mercado de San Telmo luce renovado y constituye una alternativa firme para todo aquel que quiera visitar uno de los barrios que mejor representa los cambios culturales del país. Sin lugar a dudas, ingresar allí es como viajar en el tiempo hacia aquellos años en los cuales los inmigrantes comenzaron a escribir una nueva página en la historia de una nación a la cual ayudaron a convertir en potencia a fuerza de su trabajo.

Imagen destacada y galería: Martín Bugliavaz.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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