
Imperial War Museum: el museo de guerra que enseña sobre la paz
Se respira. Se huele. La guerra está ahí, en Londres, en todo momento. Porque al visitar el Museo Imperial de Guerra (Imperial War Museum, en inglés), incluso ya en el ingreso sobre la calle Lambeth la bienvenida la dan dos cañones. Como para entrar en clima rápidamente.
Ya el adjetivo imperial habla de imperio, con lo que uno se hace a la idea de que se trata de algo grande. Y así es en el caso de este museo londinense, que está emplazado en un edificio cercano al palacio de Westminster y que alguna vez supo ser el Hospital Real de Bethlem, que fue el primer nosocomio dedicado a la salud mental en Europa.
A pesar de que el edificio original fue reducido luego de diferentes modificaciones realizadas, el museo abarca un total de cuatro pisos que, a su vez, lucen diferentes temáticas. Cuatro niveles en los que los británicos ostentan sus más resonantes triunfos militares, destacan a sus héroes y exhiben sus grandes desarrollos armamentísticos, pero donde también enseñan.

Porque en el Museo Imperial de Guerra no todo es aviones, tanques y proyectiles, sino que también allí se muestra el trasfondo de las guerras. Con un piso dedicado al Holocausto, el museo expone el sufrimiento que padecieron las personas perseguidas por la Alemania nazi a través de videos con relatos de excombatientes y también con la exposición de objetos personales de algunas de las víctimas.
Pero no sólo eso, sino que en los otros niveles del edificio pueden encontrarse los vestigios de las guerras —particularmente de la Primera Guerra Mundial, la temática principal del lugar—. El sufrimiento de los civiles por el hambre y la muerte, la opresión por la falta de libertad y la destrucción de diversas expresiones artísticas, desde obras literarias hasta pinturas.
Seguramente, al visitar un museo de guerra muchos busquen o se topen con las imponentes muestras de poderío bélico, pero más allá de eso en el Museo Imperial de Guerra inglés se puede aprender. Por supuesto, eso quedará sujeto a los intereses del visitante, pero les asegura quien escribe estas líneas que la sensación que queda grabada al salir de ese lugar es que de los conflictos hay que aprender. Mucho más, por supuesto, si lo que se desea —aunque no para todos sea así— de preservar la paz.
Galería de fotos: Martín Bugliavaz.
Imagen destacada: Maksym Protsenko.

