
El origen mitológico del nombre de Europa
Todos lo conocemos como Europa. También, debido a su antigüedad, muchos lo llaman «Viejo Continente». Sin embargo, ¿cuánto sabemos acerca del nombre de uno de los continentes más desarrollados del mundo?
Tal como ocurre con Asia, no hay una explicación totalmente certera acerca del nombre de Europa. Una de las teorías busca relacionar su etimología con las antiguas civilizaciones griegas y se basa en que la palabra Europa deriva, a su vez, de dos palabras helénicas: εὖρος (que significa «ancho») y ὤψ (que significa «vista» u «ojo»). Y a esa explicación lingüística que no parece tener mucho sentido se le suman, además, otras similares.
De todas formas, hoy en día el significado más aceptado del nombre del continente no tiene que ver con una cuestión estrictamente lingüística, pero también tiene como raíz a la Antigua Grecia. Porque según la mitología griega, Europa fue una princesa fenicia que habitaba en Tiro, una ciudad de Fenicia que actualmente pertenece al Líbano, en Asia. El mito en torno a la princesa Europa cuenta que Zeus, el dios de los dioses griegos, se enamoró perdidamente de ella y, tras arribar a Tiro transfigurado en un imponente toro blanco, la raptó una vez que la tuvo montada sobre su lomo y se la llevó a nado hasta Creta cruzando lo que hoy es el mar Mediterráneo.
Los orígenes de la princesa Europa difieren en los distintos relatos mitológicos, pero los más populares —entre los que se destaca Las metamorfosis, del poeta Ovidio— sostienen que su padre fue el rey Agénor, quien al enterarse del rapto de su hija corrió hacia la playa de Tiro y se quedó mirando hacia el Occidente, dirección en la cual se encontraba la isla de Creta. Y, a partir de ese entonces, desde el punto de vista asiático al Occidente se lo conoció con el nombre de Europa.

LA CONEXIÓN ENTRE EUROPA Y ASIA: ¿UN MISMO CONTINENTE?
Conforme pasan los años, los conceptos acerca de cuántos continentes existen en nuestro planeta van cambiando. En las escuelas de todo el mundo se suele enseñar que los continentes son cinco (África, América, Asia, Europa y Oceanía) o seis (si a los anteriores cinco se les añade la Antártida), pero los expertos en geología lo ven de otra manera.
Si bien no hay una postura uniforme al respecto, actualmente muchos geólogos concuerdan en que la determinación de los continentes no se debe hacer en cuanto a historia, cultura o política, sino en base a las placas tectónicas. Y si se tomara eso como parámetro, entonces Europa no sería un continente, pues está asentado sobre la misma placa tectónica que Asia, al que, además, está unido físicamente. Por todo eso es que muchos especialistas señalan que Europa y Asia constituyen en realidad un mismo continente al cual llaman Eurasia, y otros tantos incluso definen a Europa como una península asiática.
A lo estrictamente geológico se le suma, además, la eterna discusión cultural acerca de la separación entre Europa y Asia. Ejemplos hay muchos: Turquía, que es atravesada por el estrecho del Bósforo y, por ende, pertenece tanto a Europa como a Asia; Rusia, que tiene un 25% de su territorio en Europa y el otro 75% en Asia, con los montes Urales y la cordillera del Cáucaso como límites; y los países transcaucásicos, que representan bien la cuestión pues Armenia y Georgia son considerados europeos, pero Azerbaiyán es considerado asiático (algo que Kurban Said se encargó de plasmar en su novela Alí y Nino).

La dicotomía Europa-Asia u Occidente-Oriente no es para nada nueva, sino todo lo contrario. Y como prueba basta repasar la historia de la mitológica princesa Europa, quien, según la fábula, no sólo marcó esa división entre los distintos continentes, sino que además le dio su nombre a uno de ellos. Un relato con miles de años que, a pesar del paso del tiempo, no pierde vigencia.
Imagen destacada: «El rapto de Europa», óleo del pintor belga Martin de Vos.

