
El Patio de los Lecheros: una conexión entre la gastronomía, la cultura y la historia de Buenos Aires
Reciclar es algo vital para el planeta, que cada vez se encuentra más contaminado por la actividad del hombre. Pero lo es mucho más cuando se trata de conservar patrimonio que tiene muchos años de historia encima, algo de lo cual Buenos Aires tiene muchísimo. Y si no, basta con mirar lo que ocurrió con el Patio de los Lecheros.
En una época en la cual la capital argentina vive un auge en lo que respecta a polos gastronómicos, el Patio de los Lecheros significó un punto de inflexión en ese rubro. Porque allá por 2016 se inauguró con una variada propuesta culinaria que, a la postre, invitaría a la creación de otros lugares que seguirían sus pasos, como por ejemplo el Mercado de San Telmo.
Sin embargo, más allá de lo estrictamente gastronómico el Patio de los Lecheros tiene una arista que lo vuelve especial: su historia. Es que, tal como ocurrió con el shopping Abasto o con la Ciudad Cultural Konex, el edificio donde hoy brillan los colores que brindan las llamativas luces y la deliciosa comida supo reconvertirse tras haber estado sumido en el abandono por más de cincuenta años.

EL PASADO FERROVIARIO DETRÁS DEL PRESENTE GASTRONÓMICO
Aunque parezca increíble, lo que hoy es un must dentro de la oferta gastronómica y cultural porteña, anteriormente era un playón en el cual se descargaba la leche proveniente del interior del país. Algo que, por supuesto, explica su nombre actual y que se puede deducir al ver el arco de entrada, que se encuentra bien conservado y da cuenta del pasado con una elocuente inscripción: «ENTRADA AL SERVICIO LECHE».
El sitio era una de las tantas paradas que hacían los trenes de carga correspondientes al histórico Ferro Carril Oeste de Buenos Aires, el pionero argentino en lo que a servicios ferroviarios se refiere. Ubicado en una estación denominada Caballito —en alusión al barrio porteño homónimo—, el playón era el punto de descarga de las botellas de leche provenientes de los tambos que luego serían repartidas en casas y comercios del área metropolitana de la capital.
El declive del lugar comenzó a principios de la década de 1960, cuando el Estado argentino prohibió la venta de la leche sin pasteurizar. A partir de ese entonces, al producto se lo empezó a procesar de otra manera y eso derivó en el desuso de un predio que reviviría recién 55 años después, cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió ponerlo a punto para revitalizar una zona aledaña a las vías del ferrocarril a la cual le faltaba movimiento.

UN FESTIVAL DE COLORES
Parrillas, cervecerías, cevicherías. Carnes rojas, carnes blancas, papas fritas, tragos. El Patio de los Lecheros cuenta con toda esa variedad a la hora de hablar de gastronomía, pero también a la hora de hablar de color. Porque además de todo lo inherente a su característica gastronómica, el ya icónico lugar de Caballito posee muchos detalles que son responsables de esa iconicidad.
Uno de ellos es el techo, que está repleto de paraguas de colores. Debajo del tinglado típico de todo galpón, se encuentra un sinfín de paraguas multicolores que hacen del Patio de los Lecheros uno de los lugares más buscados de Buenos Aires a la hora de sacar una foto para las redes sociales, tal como ocurre con la galería Solar de French.
Y si se habla de fotografías infaltables para todo turista, no se puede dejar de mencionar a las famosas alas de ángel iluminadas. Uno de los puntos más buscados del Patio, que se destaca por una fluorescente iluminación que también está presente en otros sectores del playón, como el puesto donde se ubica el DJ que musicaliza el ambiente o el cartel que reza: «Mereces lo que sueñas».
A todo eso, además, se le puede sumar un vivero repleto de plantas con los más variados y llamativos colores en sus hojas. Un detalle de por sí original, pero mucho más si se tiene en cuenta que no hay nadie que les cobre a quienes quieran llevarse una maceta, por la cual deberán abonar dejando el dinero en un buzón. Una propuesta tan arriesgada como singular para un país como la Argentina.
En resumen, el Patio de los Lecheros es mucho más de lo que en teoría es. Porque lo que empezó como un polo gastronómico terminó convirtiéndose con el tiempo en un polo cultural en el cual la comida se fusiona con la música, los colores, la naturaleza y hasta incluso con la historia de un icónico ferrocarril argentino. Un lugar especial, de esos que Buenos Aires conoce muy bien.
Imagen destacada y galería de imágenes: Martín Bugliavaz.

