
«Entrevista con el vampiro», ¿una obra maestra no reconocida?
Decir que la novela Drácula (1897) del irlandés Bram Stoker es la referencia por excelencia a la hora de hablar de literatura vampírica es casi una obviedad. Ya más cerca en el tiempo, Stephenie Meyer y su obra llamada Crepúsculo (2005) revivieron la llama del género, que se alimentó en buena parte gracias a un público adolescente que además hizo extremadamente rentables su adaptación cinematográfica y las de sus tres secuelas (Luna Nueva, Eclipse y Amanecer). Sin embargo, en el medio de esa línea de tiempo de más de cien años entre Drácula y Crepúsculo se publicó Entrevista con el vampiro, una novela de un perfil bajo desacorde a su calidad literaria.
La escritora estadounidense Anne Rice publicó Entrevista con el vampiro —su primera novela— en 1976 y con ella rápidamente se hizo un nombre dentro de la cultura gótica en la cual resalta la siempre misteriosa figura de criaturas como los vampiros. Sin embargo, para el público en general su obra —que es sólo el primer trabajo de una saga conocida como Crónicas vampíricas— tal vez sea más conocida por su adaptación cinematográfica de 1994, donde brillaron unos jóvenes Tom Cruise y Brad Pitt, que interpretaron a los dos personajes principales de la historia: Lestat de Lioncourt y Louis de Pointe du Lac, respectivamente.
De todas formas, a pesar de que la película fue un éxito en las taquillas, la esencia de la novela se difuminó debido a las modificaciones que la propia Anne Rice debió realizar para confeccionar el guion. Porque Entrevista con el vampiro es una obra que rompió los moldes del género en varios sentidos, desde una original representación de los vampiros como criaturas sensibles y reflexivas hasta la inclusión de temáticas sexuales arriesgadas no sólo para el año de su publicación, sino también para el año de la producción del film, que en ese sentido sufrió varios recortes argumentativos.

LA REFLEXIÓN ACERCA DE LA INMORTALIDAD
¿Es una bendición no morir? ¿Es un don ser un vampiro? Esas preguntas resumen las preocupaciones de un personaje complejo como el que Rice construyó con Louis. Porque en el imaginario de la cultura popular, el vampiro disfruta de todas las características de su condición, como beber sangre sin importar que eso le cueste la vida a las personas. Tampoco le molesta crear más sujetos de su clase, inundando así el mundo de criaturas que se alimentan sin piedad de los humanos.
Sin embargo, Louis no es así. A lo largo de toda la historia el personaje que fue convertido en vampiro por Lestat —que tenía intereses materiales para hacerlo— se muestra dubitativo, taciturno y melancólico al reflexionar sobre su nueva naturaleza. Sufre quitando vidas para saciar su hambre y no disfruta al pensar que, salvo que destruyan su cuerpo, existirá hasta el fin del planeta. Eso, a su vez, no le permite moralmente convertir a otras personas en vampiros porque no desea que se transformen en algo que él detesta.
Con Louis y tal vez con el personaje de Armand —el jefe de los vampiros parisinos que aparece en la segunda mitad del libro—, la autora propone un nuevo punto de vista a la hora de hablar de los vampiros, mostrándolos más humanizados que en la gran mayoría de sus historias predecesoras, donde son presentados como victimarios crueles y sin sentimientos. Pero, además, con estas reflexiones podría decirse que Rice plantea una discusión filosófica acerca de la vida eterna. ¿Vale la pena una existencia que implique ver morir a las las personas que podamos llegar a amar? ¿Se puede vivir en una época o lugar donde ya no existen aquellas cosas que nos construyeron como seres? Sin lugar a dudas, estamos hablando de una temática original en un género que hasta ese momento no había mostrado muchas variantes.
LA SEXUALIDAD COMO EJE DE LA HISTORIA
Continuando en la senda de la originalidad, no puede dejar de destacarse la importante carga sexual que tiene la historia. En este punto es necesario recordar que la historia fue publicada en 1976, un detalle no menor si se tiene en cuenta que básicamente las relaciones sentimentales presentadas en la novela son de carácter homosexual.
La principal es la que mantienen Louis y Lestat, que en los tiempos actuales tranquilamente podría catalogarse como tóxica. Porque Lestat es un vampiro cruel y superficial, por lo que no comprende al sensible y culto Louis, al cual intenta llevar por el camino del placer a través del asesinato indiscriminado de humanos. Por su parte, Louis no puede tolerar la idea de dejar solo o lastimar a su compañero y maestro, por el cual siente un afecto irracional si se considera su completa falta de sentimientos.
La otra relación destacada de la novela se produce cuando Louis deja Nueva Orleans y, tras recorrer algunos países del este de Europa, conoce en París a Armand, la cabeza de un grupo de vampiros que viven y se aprovechan de sus víctimas en el Théâtre des Vampires. La conexión de Louis y Armand tiene que ver con una sensibilidad y filosofías compartidas y por la fascinación que siente Armand por el costado humano de Louis, una característica que justamente Lestat aborrecía. La atracción entre Louis y Armand es tan fuerte que, de hecho, sobre el final de la historia se revela que llegaron a convivir décadas juntos mientras recorrían el mundo.
El hecho de que para la película —que se estrenó casi 20 años después de la publicación del libro— se haya modificado la historia para quitarle sexualidad a las relaciones de Louis con los otros dos vampiros habla de la osadía de Rice, que se atrevió a hablar de un tema que en aquella época era un verdadero tabú. Lo mismo ocurre con el personaje de Claudia, quien es una vampira que fue convertida por Lestat cuando tenía tan sólo seis años tras ser mordida por Louis, con quien mantiene una relación amorosa más compleja que la que podría tener un hombre a adulto con una niña de esa edad.
Más allá de esas cuestiones, por supuesto también es para destacar la ocurrente idea de la entrevista, que es algo que se naturaliza con el correr de las páginas pero que es crucial no sólo para la novela —pues es otra muestra más de ese costado moral de Louis—, sino para todas las historias que luego surgieron de ella y que componen las Crónicas vampíricas de la misma autora. ¿Por qué? Porque en la secuela, llamada Lestat el vampiro, se cuenta que Louis publicó un libro titulado Entrevista con el vampiro.
Teniendo en cuenta la originalidad, la osadía y la profundidad de todos los temas expuestos en el papel por Anne Rice, no queda más que formular una pregunta que al lector se le puede presentar en varios momentos de la obra: ¿es Entrevista con el vampiro una obra maestra del género? Y, de ser así, ¿está reconocida como tal o su popularidad se basa más en una película acotadamente adaptada?
Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

