
Eurovisión y su verdadero ganador: el idioma inglés
Possibly this could be an article written in English, but it isn’t. Traducción para quienes no entiendan la anterior oración: posiblemente este podría ser un artículo escrito en inglés, pero no lo es. Y es válida la aclaración, pues de eso se trata esta historia: de que no tenemos por qué saber inglés, pero el mercado nos lleva no sólo a tener que aprenderlo, sino también a darle más lugar que el estrictamente necesario. Y lo ocurrido en esta última edición de Eurovisión que finalizó ayer es una elocuente muestra de ello.
El reconocido Festival de la Canción, que fue creado en 1956 y es organizado por la Unión Europea de Radiodifusión (UER), este año tuvo lugar en la italiana ciudad de Turín debido a que el año pasado el certamen lo ganó la banda italiana Måneskin, que le dio la posibilidad a su país de ser el anfitrión. La estadística que perdurará y de la que todos hablarán dice que el gran ganador fue el grupo ucraniano Kalush Orchestra con su canción Stefania, y que el podio lo completaron el británico Sam Ryder (con Space Man) y la hispano-cubana Chanel (con SloMo). Sin embargo, hay una estadística algo preocupante que se esconde detrás de las trivialidades del concurso y que tal vez en este 2022 muy pocos se cuestionen: la presencia del inglés en la gran mayoría de las canciones participantes.
Tras la expulsión de Rusia debido a su invasión en territorio ucraniano, en esta edición de Eurovisión participaron un total de 40 países. De todos ellos, en sólo 4 el inglés es idioma oficial: Reino Unido, Irlanda, Malta —donde además es oficial el maltés— y Australia, que no forma parte de Europa pero fue invitada por la UER. Sin embargo, al analizar cada una de las canciones presentadas, se puede extraer la impactante cifra de que en sólo 8 canciones el inglés no estuvo presente. De las restantes 32 canciones, la lengua de Shakespeare logró el monopolio en 23, mientras que compartió el protagonismo en las otras 9. Pasando en limpio esta información, podemos decir que el inglés se manifestó en el 80% de las producciones, y fue el único idioma en el 72% de ellas.
¿Qué nos dicen estas cifras? Nos confirman lo difundido e incoporado que está el inglés a lo largo del globo, algo que, probablemente, a esta altura todos sepamos. Sin embargo, también nos muestran una problemática: la pérdida de la riqueza cultural de las civilizaciones no angloparlantes. O, si se quiere una visión menos pesimista, la pérdida de la oportunidad de mostrar aquellas riquezas. Pensémoslo de esta manera: más allá de que hoy con Internet todo es más fácil, ¿cuántas veces tenemos la posibilidad de escuchar música en sueco, danés o noruego? A través de Eurovisión tranquilamente podríamos hacerlo, pero en esta edición eso no fue posible porque los representantes de Suecia, Dinamarca y Noruega decidieron no mostrarle sus propias lenguas al mundo y escogieron al inglés para difundir su arte.
En un planeta completamente globalizado en el que las barreras entre países y continentes parecen cada vez más difusas, decir que el inglés como lengua universal es un problema puede sonar extraño, exagerado y hasta incomprensible. Lejos de repudiarlo, es necesario destacar el enorme y útil poder del inglés como herramienta de comunicación entre civilizaciones, algo complemente indispensable para que la humanidad progrese, pues sin comunicación no hay posibilidad alguna de establecer lazos y sin los lazos nada puede llegar a buen puerto. Pero una cosa es que el inglés sea una herramienta y otra muy distinta es que se convierta en un invasor que por cuestiones económicas arrase con las características de otras culturas.
El objetivo de la UER al crear Eurovisión era implementar un festival similar al italiano San Remo con el cual unir a unos pueblos europeos que, tras haberse enfrentado en la Segunda Guerra Mundial, a mediados de los 50 se encontraban divididos en plena Guerra Fría. Podría pensarse que ese objetivo es más fácil de cumplir si todos cantan en el mismo idioma, pero eso no sólo es una falacia, sino también un enorme distanciamiento de los ideales del certamen. Porque el hecho de que los participantes renuncian a sus lenguas madre para volcarse al inglés nada tiene que ver con la intención de confraternizar entre sí, sino que la intención es simple y llanamente tener más peso en un mercado musical en el cual pareciera que si no hablás en inglés no existís.
Lamentablemente, esta invasión silenciosa no sólo se manifiesta en la industria musical, sino también en casi todos los demás ámbitos. En algún momento, el alemán era considerado el idioma de las ciencias y lo propio ocurría con el francés en lo que se refería al arte. Sin embargo, todo eso y muchas cosas más cambiaron primero con la expansión del poderoso Imperio británico y más tarde con la entrada en escena a nivel mundial de los Estados Unidos, la más importante de sus colonias. Una muestra de que las conquistas no sólo fueron territoriales, sino también culturales.
Curiosamente, y a pesar del evidente dominio del inglés en este Eurovisión 2022, los ganadores no le dieron lugar en su canción, Stefania, que fue interpretada en ucraniano. Es posible que su éxito en parte se haya debido al difícil momento que su país se encuentra viviendo en la guerra con sus vecinos rusos, pero eso no les quita el mérito de haber levantado el trofeo no sólo cantando en su lengua madre, sino también dando a conocer al mundo a través de ella los problemas sociales que su nación está viviendo, pues Stefania es un himno a las madres que, según Kalush Orchestra, se puede extender a todos aquellos seres queridos que se pierden en una guerra.
Justamente debido a aquel conflicto bélico, Ucrania no podrá ser la anfitriona de la próxima edición de la competencia, algo que le correspondería por haber sido el país ganador en este 2022. La posta la tomará el Reino Unido, que por haber acabado en la segunda posición organizará el próximo Eurovisión en Liverpool. Será en la ciudad del norte de Inglaterra donde volverá a llevarse al cabo el prestigioso Festival de la Canción, y donde veremos si su idioma vuelve a dominar los escenarios en 2023. Por el bien de la diversidad, que es una de las cosas más lindas e interesantes que tenemos como seres humanos, esperemos que no.
Imagen destacada: Marco Bertorello/Getty Images.

