Entrevistas,  Música

Gabriel Lanzi, un luthier original: de los autos a las guitarras y los bajos

Seguramente, a muchas personas les fascine pasar por los escaparates de las tiendas musicales, pues ahí se encuentran exhibidas aquellas mágicas herramientas que crean las melodías capaces de generar las más variadas emociones. Para aquellos que alguna vez transitaron por el barrio porteño de San Nicolás, sobre la calle Talcahuano y a pocas cuadras del Palacio de Justicia de la Nación habrán podido apreciar el sinfín de comercios dedicados a la venta de instrumentos que allí se encuentran.

Pero, ¿sabemos qué hay detrás de esos rimbombantes bajos y guitarras que lucen los artistas en los escenarios? ¿Alguna vez alguien se preguntó qué mundo se esconde tras todos esos bonitos instrumentos? Y, yendo más allá todavía, ¿quiénes son los responsables del diseño de aquellas obras de arte que no pertenecen a marcas reconocidas como, por ejemplo, Fender, Gibson, Höfner o Epiphone?

Una muestra de ese poco conocido universo musical está a mil kilómetros del Palacio de Tribunales. Allí, más precisamente en la ciudad de San Juan —capital de la provincia homónima— reside Gabriel Lanzi, un luthier de 40 años que llegó a ser elogiado por Gustavo Santaolalla gracias a una guitarra de su creación. Un artesano de la música que se encarga de darle vida a originales instrumentos que llevan la marca no sólo de su apellido, sino también su impronta.

Porque dentro del curioso mundo de la luthería, el caso de Lanzi es mucho más llamativo aún. Es que al ya original oficio que lo lleva a fabricar bajos y guitarras, el sanjuanino le añade un condimento que lo distingue notablemente: el diseño industrial. Esa carrera fue la que escogió para formarse profesionalmente en la Universidad Nacional de Cuyo mendocina, y la que lo llevó a dotar a sus instrumentos con impresionantes diseños que, en muchas ocasiones, derivan de la pasión que lo inclinó a escoger ese camino académico: los autos. Esa es la esencia de Gabriel Lanzi: música y coches, amalgamados por el diseño.

El artista posando con su obra. Foto: Paula Peralta

LA LUTHERÍA Y LA MÚSICA

¿Cuál es tu definición de luthier?

Para mí, es la clásica. Construir y/o reparar instrumentos musicales. En un sentido más actual, esto también abarca parte del equipamiento eléctrico o electrónico. O sea, además de los instrumentos de cuerdas o de madera (por nombrar un tipo), considero que también es luthier quien construye y/o repara amplificadores, micrófonos y pedales de efecto. El equipamiento se ha expandido y el oficio tiene muchas más ramas que en la antigüedad.

¿En qué proporción hay que saber de teoría de la música y de cuestiones técnicas como la electrónica o la acústica para ser luthier?

Una de las cosas que amo de este oficio es que tiene una mezcla exacta entre arte y técnica, creo que es un 50% de cada factor. Considero que es importante saber de música, al menos del estilo de instrumentos que uno hace. Saber tocarlos, saber escucharlos. No es necesario ser un virtuoso o un experto en teoría musical, pero sí tener la sensibilidad para escucharlos y el oficio suficiente para hacerlos sonar adecuadamente. Ejerciendo como bajista desde hace años (los mismos que llevo como luthier, porque empecé a tocar con un bajo que yo mismo hice), aprendí a escuchar y a usar los instrumentos propios y de otros músicos. A entender, por ejemplo, que para probar y adecuarse a un instrumento necesitás muchas pruebas en diferentes ámbitos. Que una cosa es tocar solo y otra es tocar con una banda encima. Que una cosa es hacerlo en estudio y otra es hacerlo en vivo. Este tipo de conocimientos empíricos, que sólo se pueden ver en el campo, a mí me han servido mucho.
Con respecto a la técnica (electrónica, acústica, mecánica) todo es importante, como el oficio de trabajar con madera y un montón de otros conocimientos sobre materiales o pinturas. Es tan importante como saber diseñar un instrumento bonito o saber tocarlo. La técnica es lo que hace que ese instrumento sea útil, es decir, que se pueda usar y funcione bien. Considero que los instrumentos musicales deben ser herramientas de expresión para los músicos. Si no sabés la técnica, corrés el riesgo de que tus instrumentos sólo sean piezas de colección o de museo y que no sirvan como instrumentos musicales en sí. Hay muchos luthiers que hacen piezas de colección, muy lujosas y casi de museo. Yo no comparto ese concepto, aunque lo respeto también. Para mí, los instrumentos musicales deben funcionar bien como tales y eso se logra aplicando conocimientos técnicos.

¿Qué es lo que más te gusta hacer como luthier?

Me gusta hacer proyectos que me entusiasmen. Hacer nuevos diseños, nuevas reinterpretaciones de modelos clásicos. No me entusiasma hacer siempre el mismo modelo.
Lo que más disfruto es la parte de proyectar un nuevo diseño. La luthería es una excusa para diseñar, aunque el proceso constructivo también lo disfruto mucho. Ir viendo cómo se va materializando la idea me encanta. La parte más especial es el armado y el ajuste final, y la primera prueba. Ese momento me sigue generando la misma emoción y placer desde el primer instrumento que hice hasta el último. Es mi momento favorito, donde todo el trabajo hecho valió la pena.

Con respecto a tus clientes, ¿qué es lo que más suelen encargarte? ¿Te piden consejos?

Algunos tienen muy claro lo que quieren y otros no tanto. Esa es la primera división que haría. Creo que, además, al dedicarme a hacer mis propios diseños y no hacer réplicas de otros modelos, mis clientes son particulares dentro de las personas que consumen instrumentos de luthier. Quieren algo único y tienen la mente más abierta que los músicos que buscan, por ejemplo, una réplica de Stratocaster.
En general, confían mucho en mis criterios de diseño. Después, en cuanto a cuestiones técnicas algunos saben muy bien lo que quieren y me lo piden. A otros les gusta un determinado modelo y no les importa mucho las características técnicas, así que dejan que yo les sugiera. Otros directamente no saben qué modelo y qué características técnicas necesitan, por lo que yo les sugiero en base a la estética y el sonido que están buscando.

¿Vivís de la luthería actualmente?

Para contestarte tendría que hacer un repaso de mi carrera porque fue algo progresivo. En 2005 me recibí de diseñador industrial y ahí empecé a trabajar en la luthería (más que nada en reparaciones) mientras alternaba con un trabajo de diseño de muebles e interiores. A la vez, trabajé con mi padre en su empresa haciendo un poco de electrónica y manufactura mecánica. También trabajé un tiempo en una consultora de higiene y seguridad laboral, donde hacía estudios de puestos de trabajo ergonómicos. Incursioné también en diseño gráfico, diseño publicitario y cartelería, e incluso diseño web. En fin, me las fui rebuscando con todas las herramientas que me dio el combo de ser técnico mecánico y diseñador industrial. Todos estos trabajos coexistían, hasta que llegó un momento en donde la cantidad de encargos de luthería empezó a sobrepasar mis capacidades. Yo ya trabajaba en la luthería desde que me recibí, pero el porcentaje del tiempo que le dedicaba fue creciendo cada vez más. En 2009 hice mi primer instrumento por encargo y a partir de ahí fue cada vez más el tiempo que le dediqué. La cantidad de encargos fue cada vez mayor y en 2011 decidí dejar todos los trabajos extras para dedicarme 100% a la luthería y así ha sido desde entonces.
Hace poco menos de dos años se me dio la oportunidad de trabajar como docente en una escuela técnica en el taller de Metalmecánica. Así que ahora complemento mi trabajo de luthier con algunas horas de docencia y debo decir que esta actividad me gusta mucho también. Es muy diferente, es estar en contacto con personas de distintas realidades porque es una escuela donde van alumnos con muchas necesidades. Es el complemento ideal para un trabajo casi ermitaño como lo es el de un luthier.

¿Tu padre sigue colaborando con vos en la electrónica?

Él es ingeniero electrónico, además de baterista aficionado y gran fanático del rock y de The Beatles. Me ayudó con el desarrollo de la parte electrónica de los amplificadores y me enseñó muchísimo. Actualmente trabajamos juntos, él se encarga de la parte electrónica en la reparación y fabricación de amplificadores. Estoy aprendiendo sobre el tema y trabajo junto a él en esa área, pero yo me especializo más en la construcción y reparación de guitarras y bajos. La idea es aprender del todo este tema, para poder seguirlo yo.

Gabriel y su padre, una persona clave en su labor como luthier. Foto: lanzi.com.ar

EL DISEÑO INDUSTRIAL Y LOS AUTOS

¿En qué medida influyó tu formación como diseñador industrial a la hora de empezar en la luthería?

Para mí, el oficio de luthier es una excusa para diseñar objetos. Antes de ser luthier fui diseñador. Incluso, antes de estudiar Diseño Industrial jugaba al diseño con juguetes, modelos y bocetos que desde muy pequeño hacía. Naturalmente, estudié Diseño Industrial como una carrera para la que ya venía predispuesto y principalmente para diseñar autos, que me apasionan. Luego descubrí que en realidad lo que me gusta es diseñar cualquier tipo de objetos. Sobre el final de la carrera, y ya habiendo incursionado en la luthería como una curiosidad, pensé en apartarme de mi idea original de ser diseñador de autos para acercarme a un oficio que me permitiera diseñar y fabricar los objetos yo mismo. Como también me apasionan la música y los instrumentos musicales, tomé este camino. Ser luthier es la excusa perfecta para hacer diseños a mi gusto.

Antes comentaste que te iniciaste en la luthería haciendo un bajo para vos mismo. ¿Cómo fue esa primera experiencia, cuánto tiempo te llevó terminarlo y cuáles fueron tus mayores desafíos a la hora de hacerlo?

Me pasó que siendo fanático de la música (sobre todo del rock), empecé a escuchar muchas bandas, luego fui a ver muchos shows en vivo y llegó un momento en el que no me alcanzaba sólo con escuchar o ver tocar a los demás. Quería ser parte, tocar un instrumento y hacer mi propia música. Ahí fue cuando necesité conseguir un instrumento. Elegí el bajo sin dudarlo, casi inexplicablemente. Como si hubiera estado predestinado para ser bajista. Simplemente siempre me gustó mucho el sonido del bajo, el papel que juega en las canciones y en las bandas, y siempre me sentí identificado con los bajistas.
En mis días de estudiante de diseño no tenía mucho dinero. Estudié en Mendoza y mis padres me ayudaban, pero era todo destinado a comprar materiales para maquetas, papeles, lápices, pinturas y todo tipo de insumos costosos para cursar. Con este bolsillo raquítico, los bajos que veía en vidriera y que estaban a mi alcance no me gustaban para nada. Como estudiante de diseño, era (y soy) amante de la forma de los objetos. No iba a sentirme cómodo tocando un bajo que odiaba estéticamente. Por este motivo y como siempre creé modelos (hice aeromodelismo, automodelismo y tenía habilidad para trabajar con las manos), me animé a emprender la construcción de mi propio bajo.
Busqué mucha información por Internet (que era bastante más limitada que la actual en aquellos años), les pedí a un par de amigos bajos para ver y medir, y con esa información hice un diseño. Apliqué un concepto de diseño de autos, el de Hot Rod: un auto viejo, con tecnología y modificaciones nuevas que mejoran sus prestaciones y con un código estético muy particular (cromados, pinturas con llamas o mecánica a la vista, por ejemplo). Tomé un diseño antiguo (el Höfner de Paul McCartney, porque además soy muy fanático de The Beatles) y lo reimaginé con micrófonos de estilo Fender, más modernos, con electrónica activa y varios detalles más. Quedó muy particular y funcionaba muy bien. Tenía algunas fallas constructivas, pero era un instrumento totalmente funcional y sonaba bien. Hace algunos años quise mejorar los errores que tenía con los nuevos conocimientos, pero al final quedó a medio restaurar. Debería haberlo dejado como estaba. Algún día lo arreglaré.

Has señalado en una nota anterior que ese primer bajo terminó convirtiéndose en tu tesis universitaria. ¿Cómo surgió esa idea?

Con la experiencia previa de hacer mi propio bajo, que quedó realmente bien, mientras cursaba la carrera de diseño y a la vez aprendía a tocar, llegaron los últimos años de cursada. La materia que todos esperamos al entrar a estudiar diseño es Proyecto Final, es decir, la tesis. Yo desde siempre pensé que mi tesis iba a ser el diseño de un auto, pero ya siendo más maduro (o lo más parecido a eso con 23 años), pensé en cambiar mi proyecto final. Buscar algo cuyo desarrollo me permitiera trabajar luego de recibirme. Hacer un auto era un lindo ejercicio de diseño, pero no era algo real para trabajar en la Argentina. Por eso, decidí probar con los instrumentos musicales, que son objetos que me gustaban mucho y que podían encararse desde el diseño industrial perfectamente. Así fue que decidí diseñar tres líneas de instrumentos musicales y amplificadores, de los cuales construí dos prototipos que funcionaban y los usé para hacer una demostración en vivo en mi examen final, con mi padre en el bajo y yo en la guitarra. Me fue muy bien, fue algo sin precedentes en ese momento y me pusieron un 10 felicitado.

El bajo Lanzi VHR (Violin Hot Rod), la primera creación de Gabriel. Foto: Lanzi Guitarras & Amplificación.

¿En qué medida creés que influyeron tus conocimientos de diseño industrial a la hora de diseñar aquel primer instrumento?

Mis conocimientos de diseño industrial influyeron 100% en el desarrollo de mis primeros instrumentos. Diseñarlo con mente de diseñador es algo fantástico porque es para lo que estudiamos. Diseñar un bajo es para un diseñador industrial lo mismo que diseñar una silla o un auto. En ese sentido, creo que tengo una gran ventaja con repecto a los luthiers que no son diseñadores. En la carrera aprendí sobre diferentes materiales, técnicas de fabricación y también sobre historia del arte y el diseño. Son cosas que te facilitan mucho y sobre todo te abren la cabeza a la hora de diseñar un instrumento. Obviamente, la intuición y la experiencia son importantísimas también.

Paralelamente a la luthería, ¿hoy mantenés de alguna forma esa pasión por los autos que tanto te marcó?

Los autos son una pasión que me acompaña desde siempre. En mis guitarras, aunque no todos lo noten, uso muchos recursos de diseño de autos. Digamos que canalizo mis ansias de diseño de autos en las guitarras.
Como hobby relacionado a los autos, colecciono algunos modelos, soy aficionado de las carreras y me gusta leer y aprender mucho sobre autos. Me considero bastante conocedor sobre el tema, más que nada sobre autos clásicos. Soy bastante nerd, por decirlo de alguna manera.
Tuve hasta hace poco una Volkswagen Kombi que fui restaurando y disfruté mucho. La vendí porque necesitaba un vehículo más funcional para uso diario, pero ese es un hobby que en algún momento quiero retomar, es decir, comprar un auto clásico e ir restaurándolo. Siempre digo que es lo que haría si fuera multimillonario y no tuviera que trabajar.
Afortunadamente, comparto la pasión por los autos con mi hijo mayor, que tiene 7 años, y ambos dibujamos autos juntos. Siempre fui de dibujar autos, pero ahora con él lo estoy haciendo con más frecuencia de nuevo.

Dos pasiones, una imagen: las guitarras Lanzi y la Kombi. Foto: Lanzi Guitarras & Amplificación.

EL RECONOCIMIENTO

Entre otros, Santaolalla probó una guitarra tuya y el bajista de Los Pericos usa un instrumento hecho por vos. ¿Cómo llegaste a eso? ¿Cómo empezaste a comercializar tus instrumentos y cuál creés que fue la clave para lograr hacerte un nombre en este ambiente?

En el caso de Santaolalla, el contacto fue por parte de mi hermana Laura. Ella es cellista, toca en la orquesta sinfónica de la Universidad Nacional de San Juan y además está a cargo de la cátedra de Dirección Orquestal. Cuando vino Bajofondo a San Juan, ellos armaron parte de su orquesta con músicos locales, por lo que la convocaron a ella, quien le mencionó a Javier Casalla (violinista de Bajofondo y gran colaborador de Santaolalla) que yo hacía instrumentos. Yo ya conocía a Javier Casalla porque habían venido a San Juan anteriormente (donde mi hermana también integró la orquesta) y le había mostrado algunos de mis instrumentos. Cuando volvieron, él quiso presentarme a Gustavo Santaolalla para que viera mis instrumentos. Y bueno, fue un momento único. Le gustaron mucho a Gustavo y a Javier también, y de hecho él se llevó uno de mis amplificadores valvulares que usa para el violín, así que es probable que hagamos algún proyecto en el futuro.
Gastón Gonçalves, de Los Pericos, me escribió por medio de Facebook hace unos años porque le gustó mucho uno de mis diseños y también quedó muy contento con su bajo. Me ha repetido un montón de veces que es el mejor instrumento que ha tocado. Eso es muy halagador.
En general, siempre llamaron mucho la atención mis diseños. Como nunca hice réplicas, me hice una cierta reputación de hacer mis propios diseños. Esta reputación me la gané en base a hacer siempre diseños que me entusiasmaron. Por hacer siempre cada uno como si fuera el último, con la misma pasión y dedicación. Eso creo que es lo que más se nota y lo que atrae a mis clientes. Empecé a mostrar mi trabajo en las redes sociales y así me fui haciendo conocido. Supongo que con perseverancia y mucha dedicación me gané mi reputación.

¿Por qué decís que una parte de tu éxito fue hacer diseños propios? ¿Eso no es usual en el ambiente?

En este momento hay más luthiers que están ofreciendo sus propios diseños con mayor o menor éxito. Digamos que ahora es más común. La mayoría empezó haciendo réplicas y ahora hace diseños propios. Otros siguen sólo con réplicas y otros hacen réplicas y diseños propios según lo que les encarguen. Pero hace 10 años, cuando empecé, éramos muy pocos los que hacíamos diseños propios. Fuimos pioneros, si se quiere, en hacer eso. Lo que sí, no sabría decirte si todos fueron tan fundamentalistas como yo. Nunca hice réplicas, ni cuando empecé. Siendo diseñador industrial, siempre me pareció absurdo hacer réplicas. Perdí varios clientes por no acceder a hacerlas. Con el tiempo, me hice cierta reputación por esto y también porque mis diseños tuvieron aceptación. Si no, me habría ido muy mal.

Lanzi con Javier Casalla y Gustavo Santaolalla. Foto: Lanzi Guitarras & Amplificación.

Lo cierto es que mal no le fue y hoy, a casi 20 años de darle vida a su primer instrumento, Gabriel Lanzi ya tiene su nombre grabado no sólo en la madera de sus bajos y guitarras, sino también en el mundo de la música. Un mundo en el que los intérpretes, a la hora de hallar las herramientas que les permitan crear con calidad, ponen la mira en San Juan.

Imagen destacada: Sergio Sebastián Chirino.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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