Mis historias de Buenos Aires

La Escuela Técnica «Otto Krause», una institución pionera en la educación argentina

Cuando se piensa en la excelencia académica a nivel secundario en la Argentina, surgen rápidamente los nombres del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini. Sin embargo, muy pocos tienen en cuenta la tercera pata de un trípode que supo ser trascendental para la educación argentina durante gran parte del siglo pasado: la Escuela Técnica «Otto Krause».

Mientras que a fines del siglo XIX el Nacional Buenos Aires (fundado en 1863) brindaba una formación generalizada que apuntaba más a la formación universitaria y el Carlos Pellegrini (creado en 1890) se especializaba en la rama comercial, no existía en la Argentina una institución educativa que se encargara de formar a los jóvenes en el aspecto técnico, algo que el país necesitaba con suma urgencia para comenzar a forjar un perfil industrial. Hasta que entró en escena Otto Krause, un ingeniero argentino que se dio cuenta de esa necesidad nacional y puso manos a la obra para crear una institución educativa que años más tarde llevaría su nombre.

Otto Krause, el ingeniero que impulsó la educación técnica en la Argentina.

LA HISTORIA DE UNA DE LAS ESCUELAS MÁS PRESTIGIOSAS DEL PAÍS

La esencia del Otto Krause —como se conoce a la tradicional escuela porteña— surgió el 15 de marzo de 1897, aunque con otro nombre y en otro sitio, pues se trató de un anexo del Carlos Pellegrini —que en ese entonces se llamaba Escuela Nacional de Comercio— al que se dio a conocer como Departamento Industrial. Uno año más tarde, en marzo de 1898, el ingeniero Otto Krause fue designado como director de aquel anexo y su experiencia en el cargo, sumada a sus conocimientos de la industria a nivel nacional e internacional, lo llevó a presentar un nuevo plan de estudios que finalmente fue aprobado el 10 de octubre de 1898 cuando se sancionó la Ley de Enseñanza Industrial. Una fecha que terminaría siendo tan importante para el país que, de hecho, con el tiempo se convirtió en el Día del Técnico.

¿Cuál era la idea de Otto Krause exactamente? Crear una institución que formara técnicos en función de las fábricas que las empresas extranjeras montaban en la Argentina. Él había observado que los ingenieros que llegaban al país contaban con una formación académica ligeramente inferior a la de sus pares argentinos, pero sí eran expertos en proyectar, construir y operar establecimientos industriales. Y a eso particularmente quiso apuntar con la presentación de su novedoso proyecto educativo, que se estructuraba con un ciclo básico en el cual se enseñaba matemática, física y química al igual que en el resto de los secundarios; y con un ciclo superior en el cual se dictaba un contenido equivalente al de algunas carreras técnicas de nivel superior de Estados Unidos o Europa.

Ese plan de estudios —que en un principio era de cuatro años y luego fue extendido a seis, tal como es actualmente—, fue el primer paso que estableció Otto Krause en su plan de crear una escuela nueva que se independizara del Carlos Pellegrini. Y efectivamente así fue, pues el 17 de marzo de 1899 se fundó oficialmente la Escuela Industrial de la Nación, cuyo primer director fue el mismo Otto Krause, quien años más tarde legaría su nombre a la escuela que tanto impulsó. Los primeros años la flamante institución funcionó en un edificio que estaba sobre la calle Alsina, hasta que finalmente el 24 de mayo de 1909 se trasladó a su ubicación actual —en el 650 de la avenida Paseo Colón, en el barrio porteño de Monserrat—.

Tras cumplir con el objetivo de crear una escuela que formara técnicos para un país que necesitaba desarrollar su industria, en 1911 Otto Krause le dejó el cargo de director a quien era su vice, el también ingeniero Eduardo Latzina —con cuyo nombre se nombró al Museo Tecnológico que actualmente funciona dentro de la escuela—. Sin embargo, el cambio de mando no implicó un cambio de rumbo, y de esa forma la institución continuó creciendo a pasos agigantados, convirtiéndose en aquello que se buscaba con su fundación: un pilar de la industria nacional. Un ejemplo de ello es que, entre tantas otras personalidades ilustres, por sus aulas pasaron el ingeniero Jorge Newbery —quien fue profesor y el encargado de implementar la especialidad Electricidad— y el arquitecto Alejandro Bustillo —quien tras estudiar allí diseñó muchos de las más destacados edificios del país—.

De hecho, tan importante resultó ser la Escuela Industrial de la Nación en la primera mitad del siglo XX que estuvo relacionada con dos acontecimientos importantes. Uno de ellos ocurrió en 1925, cuando Eduardo, príncipe de Gales y futuro monarca del Reino Unido de Gran Bretaña —estuvo menos de un año en el trono antes de abdicar—, recorrió las instalaciones de la escuela durante la visita que realizó por el país. Y el segundo se produjo en la década de 1940, cuando el ingeniero Pascual Pezzano —quien era el director de la institución en aquel entonces— promovió la creación de un Instituto Técnico Superior que funcionara en la escuela con el fin de preparar a los técnicos para la gestión en fábricas —otorgándoles así el título de «Ingeniero de Fábrica»— y también con la intención de capacitar a los obreros para que pudieran convertirse en técnicos. El proyecto de Pezzano no prosperó, pero años más tarde su idea germinó y derivó en la creación de la Universidad Obrera Nacional (1948) —de la cual llegó a ser vicerrector—, que tras el derrocamiento del presidente Juan Domingo Perón se convertiría en la prestigiosa Universidad Tecnológica Nacional, aunque ya con un plan de estudios más tradicional y lejos del concepto inicial de Pezzano.

La fachada del Otto Krause, sobre la avenida Paseo Colón. Foto: Martín Bugliavaz.

EL VISIONARIO DETRÁS DE LA ESCUELA

La implementación de la educación técnica en la Argentina, que hasta fines del siglo XIX no existía, tiene un solo nombre: Otto Krause. Porque si bien es cierto que en aquel entonces en la Argentina las condiciones eran favorables pues había un gobierno que quería que el país prosperara —Julio Argentino Roca era el presidente—, lo cierto es que Otto Krause fue el hombre que, con sus conocimientos técnicos, se encargó de sostener sobre sus hombros la tamaña responsabilidad de desarrollar la formación industrial.

A pesar de que el nombre alemán puede hacer pensar lo contrario, Otto Krause era argentino. Era hijo de inmigrantes alemanes que llegaron a la Argentina para radicarse en la ciudad bonaerense de Chivilcoy en 1851, cinco años antes de que él naciera. Al llevar una vida rural en su ciudad natal, el joven Otto absorbió sus primeros conocimientos técnicos cuando su padre le explicó el funcionamiento de todas las máquinas traídas desde Europa que se utilizaban para las tareas diarias en el campo. Ese fue el principio de toda una vida dedicada a la industria nacional.

Fue así como unos años más tarde, tras terminar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires decidió estudiar Ingeniería Civil en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. En 1881 se graduó en aquella casa de estudios tras presentar una tesis titulada Condiciones de tracción en los ferrocarriles, enfocada en una temática que lo acompañaría también en el ámbito profesional, pues se desempeñó en el área de Ingeniería del Ferrocarril Oeste.

«Son mis más ardientes deseos que esta visión del porvenir de nuestra patria se realice cuanto antes, y mientras viva no economizaré mis energías, aplicándolas a la palanca destinada a impulsar y perfeccionar la enseñanza industrial».

Otto Krause en el discurso de inauguración del actual edificio de la Escuela Técnica Otto Krause, en ese entonces Escuela Industrial de la Nación (24 de mayo de 1909)

Su formación, su experiencia laboral y también su trabajo como ayudante en la sección de Ingeniería del Ministerio de Guerra y Marina lo llevaron a desempeñarse como docente en diversas instituciones porteñas, hecho que terminó derivando en la creación de la Escuela Industrial de la Nación, que tras su muerte pasaría a llamarse Escuela Industrial de la Nación «Otto Krause» —una denominación que permaneció por décadas hasta ser reemplazada por la actual—. Pero su aporte a la educación industrial no sólo terminó en aquella escuela pionera de la Argentina, sino que se amplió cuando en 1909 fue nombrado Director General de Enseñanza Industrial, cargo que en 1911 lo obligó a dejar de ser el director de aquella primera escuela industrial para dedicarse a concretar la creación de otras instituciones similares en Chivilcoy, La Plata, Rosario, Santa Fe y 25 de Mayo.

El final de la vida de Otto Krause se produjo en 1920, cuando a los 63 años murió en Buenos Aires. Sin embargo, su legado para la República Argentina es tan grande que su recuerdo siempre estará vivo para todos aquellos que conozcan la historia de un país que, en algún lejano momento de la historia, supo ser desarrollado en materia industrial. Y en eso, sin lugar a dudas, tuvo mucho que ver la Escuela Técnica «Otto Krause». Su escuela.

Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

2 Comentarios

  • ARIEL MARTINEZ

    Muy interesante historia y muy bien narrada. Estamos por armar algo de nuestra escuela y me gustó lo que escribiste. Felicitaciones y gracias-

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