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«La guerra de las corrientes», un reconocimiento más a Nikola Tesla

Todo aquel que haya leído alguna obra de Julio Verne o que conozca algo de sus creaciones, seguramente sabrá que el escritor francés anticipó en sus novelas una gran cantidad de dispositivos y avances tecnológicos que años más tarde se hicieron realidad. Algunos ejemplos de ello son el helicóptero, el submarino, la llegada del hombre a la Luna o internet.

Ahora bien, si Verne es conocido como el gran inventor intelectual, también hay que decir que existió otro hombre que llegó a ser quizás el más importante de todos los inventores materiales. Su nombre era Nikola Tesla y, a pesar de que a lo largo de su vida no pudo gozar de un justo reconocimiento por su trabajo científico, lo cierto es que hoy en día su figura está recobrando cada vez más notoriedad gracias a estudios científicos que lo reivindican, pero también gracias a las películas que han contado su historia. Una de ellas fue La guerra de las corrientes (2017), dirigida por Alfonso Gómez Rejón, y protagonizada por Benedict Cumberbatch (como Thomas Edison) y Michael Shannon (como George Westinghouse), además de contar con la presencia de Nicholas Hoult personificando a Tesla.

La imagen más conocida de Nikola Tesla.

TESLA: LA VIDA EN SU EUROPA NATAL

Ya desde el nacimiento la figura de Tesla resulta controversial. Porque nació el 10 de julio de 1856 en Smiljan, un pueblo que en aquel entonces pertenecía al Imperio austrohúngaro, hoy ya desparecido. Aquel Estado estaba compuesto por pueblos tan variados como distintos, a tal punto de que actualmente siguen teniendo disputas entre sí, incluso a pesar de que ya forman parte de naciones independientes.

Quizás el caso más ejemplificador de la situación es el de Croacia y Serbia, cuyas idiosincrasias tan diferentes generan rispideces constantes entre los habitantes de ambas naciones. Tesla es una muestra de ello, porque nació en una localidad que hoy está dentro de territorio croata, pero su familia era de origen definidamente serbio. Algo que era completamente normal en un país donde habitaban diferentes culturas, pero lo cierto es que hoy tanto los croatas como los serbios se disputan el honor de decir que Tesla era de uno o de otro. Mientras que en Smiljan se construyó una estatua del científico, en Serbia se le puso su nombre al aeropuerto internacional de Belgrado, su capital.

Las controversias europeas no terminan ahí. Porque al llegar su juventud decidió en 1875 estudiar ingeniería eléctrica en la Universidad de Graz de Austria, una institución que niega que él haya finalizado sus estudios allí, a pesar de que todos lo dan por hecho debido a sus conocimientos en aquella especialidad.

Tras un breve un paso por la Universidad Carolina de Praga, en lo que hoy es la República Checa, Tesla partió sin terminar su carrera de grado hacia a Eslovenia en 1878 para empezar a trabajar en el ámbito de la ingeniería. Poco tiempo después, en 1882, arribó a París y consiguió un empleo en la Continental Edison Company, una de las empresas del prestigioso inventor estadounidense Thomas Alva Edison. Su desempeño allí significó para él la posibilidad de trabajar con el propio Edison en los Estados Unidos, algo que cambiaría su vida para siempre.

Uno de los carteles promocionales de «La guerra de las corrientes» (2017). Foto: 101 Studios y Lantern Entertainment.

NUEVA YORK, EDISON, WESTINGHOUSE Y LA «GUERRA DE LAS CORRIENTES»

El arribo a Nueva York se produjo en 1884. Nikola Tesla se presentó ante Thomas Edison con una carta de recomendación de Charles Batchelor, un inventor británico que trabajó con él y que además conocía a Edison. La elogiosa misiva decía lo siguiente: «Conozco a dos grandes hombres que pueden llamarse genios. Usted es uno de ellos; el otro es el joven portador de esta carta». No escatimó en halagos, ¿no?

La relación entre Tesla y quien entonces ya era el más reconocido inventor —por ejemplo, del fonógrafo— no fue la mejor. Porque si bien Nikola llegó allí altamente recomendado, no se sintió reconocido por Edison ni en el aspecto profesional ni en el aspecto económico. Sin embargo, el detonante de su ruptura definitiva fue la discusión acerca de cuál corriente era la mejor para llevar la energía eléctrica a los hogares.

Edison optaba por la corriente continua, que es la que por ejemplo generan las baterías. En contraposición, Tesla se inclinaba por la corriente alterna, que es la que llega a nuestros hogares. Justamente el hecho de que sea la que usamos en nuestras casas da la pauta de que el ganador fue el eslavo, quien debió asociarse con el empresario estadounidense George Westinghouse para darle batalla a Edison, que era aclamado por la sociedad y apoyado por la prensa.

Aunque finalmente Tesla y Westinghouse ganaron lo que los periódicos dieron a conocer como «La guerra de las corrientes», la realidad indica que el perdedor terminó siendo Tesla. Porque Westinghouse reafirmó el rumbo de su compañía, Westinghouse Electric, que incluso hoy en día es una de las más importantes y reconocidas del rubro. Por otra parte, Edison perdió desde el punto de vista intelectual, pero eso no lo afectó demasiado pues siguió siendo reconocido por sus desarrollos —y también por otros que no fueron suyos, como la lámpara eléctrica, un dispositivo que mejoró pero no inventó—.

Sin embargo, Nikola Tesla cayó de a poco en el olvido. Murió solo en un hotel neoyorquino en 1943 a los 86 años con una infinidad de inventos en su haber que no le fueron reconocidos en vida. En parte porque nunca le interesó eso, sino que desarrollaba tecnología porque era su pasión; y en parte por la gente con la que se rodeó, que se nutrió de sus conocimientos y se aprovechó de su compleja situación económica en el momento de su arribo al país. Para que el lector se dé una idea de lo que fue Tesla, basta mencionar lo siguiente: motor de corriente alterna, lámpara fluorescente, control remoto, bujías, rayos X, radar o energía eléctrica inalámbrica. Esos son algunos de sus tantos inventos, además de que tranquilamente podría señalarse que sentó las bases de lo que más tarde Guglielmo Marconi patentaría como su gran invención: la radio.

Trailer oficial de «La guerra de las corrientes». Video: Trailers in Spanish (YouTube).

LA PELÍCULA DE GÓMEZ REJÓN Y UNA REIVINDICACIÓN

En un contexto en el cual la imagen de Tesla fue recuperando el brillo tras décadas de acumular polvo, La guerra de las corrientes es un ejemplo más de las reivindicaciones que el mundo moderno de la ciencia realiza en torno al inventor europeo.

La película muestra a grandes rasgos todo lo contado anteriormente en base a lo que se conoce de aquella época. La obstinación y arrogancia a la hora de defender la corriente continua por parte de Edison —que salió muy beneficiado estéticamente por la caracterización de Cumberbatch—, con escenas muy elocuentes como la electrocución de un caballo para probar su teoría de que la corriente alterna asesinaba —aunque que en la vida real el sacrificado fue un elefante—; el espíritu emprendedor de Westinghouse (Shannon) y sus ganas de salir adelante aunque Edison le estaba ganando la batalla; y la noble personalidad de Tesla, quien de la mano de Nicholas Hoult volvió a tener protagonismo en la pantalla grande.

Por supuesto que no se sabe a ciencia cierta cómo era la personalidad de Tesla, que en el film es representado como una persona extremadamente tranquila y respetuosa, pero Hoult logró plasmar la pasión enfermiza del científico por la ingeniería eléctrica y por el trabajo, y hasta incluso se dio el lujo de mostrar una perlita de su vida: su afición por el juego, expresada en una escena en la cual juega al billar.

Sin lugar a dudas, los reconocimientos justos e imprescindibles a Nikola Tesla llegarán desde el ámbito científico, que es el idóneo para argumentar por qué el eslavo fue tan importante en la historia de nuestra raza. Pero, por supuesto, un medio de difusión tan importante como lo es el cine ayuda notablemente a difundir su trayectoria y sus aportes para la vida cotidiana de las personas. En ese sentido, La guerra de las corrientes hace un aporte más que necesario.

Imagen destacada: 101 Studios y Lantern Entertainment.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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