
Néstor Suárez: «En Europa privilegian mucho a las personas que planean»
El mundo está atravesando uno de esos momentos más particulares de su historia. Un momento que está plagado de cambios de toda índole. Y uno de esos cambios es el que tiene que ver con la migración, algo que muchas personas se plantean debido a las situaciones adversas que viven en sus lugares de origen. La Argentina, por supuesto, no está exenta de ese paradigma migratorio y muchos son los ciudadanos que se han planteado dejar el país, pero esto no es una novedad en la república más austral de América. Y Néstor Suárez puede dar fe de ello.
Porque si se habla de cambios y migración, el argentino nacido en 1989 es uno de esos ejemplos que reúnen ambas cosas. De profesión periodista y profesor de español para extranjeros, Néstor junto con su esposa estadounidense —a quien conoció en Buenos Aires— tomó la decisión de dejar la Argentina en 2014 para cruzar el océano Atlántico con destino a Sofía, la capital de Bulgaria.
Allí, en Europa del Este, terminó de consolidar ese espíritu de viajero que lo llevó a crear El Viaje Amado, un blog que comenzó como un espacio de práctica profesional y en el cual ahora se dedica a contarle a sus compatriotas cómo viajar por el mundo solamente con el pasaporte argentino y, fundamentalmente, cómo hacerlo de manera económica. Y justamente acerca de esa pasión, los viajes, dialogó con este sitio desde su hogar en una ya normalizada Sofía.

¿Cómo surgió la idea de irte a vivir al extranjero?
La idea de irme a vivir a otro país surgió de una mezcla de motivos personales luego de una conversación casual con mi pareja acerca de “qué pasaría si hiciéramos esto”. A mí hace diez años me parecía muy difícil viajar al extranjero, lo veía como algo a futuro si era exitoso. Hasta que un día me llegó la invitación de una empresa en Europa para ir a una conferencia. Me tenía que pagar el pasaje, pero decidí irme y eso me abrió la cabeza. Me hizo ver que había cosas distintas, que había muchas cosas para ver y se me pegó el bichito de viajar. Incluso, aunque tuve que pagar ese viaje durante uno o dos años, cada vez que tenía algún día libre me hacía algún viaje corto por la Argentina. Cinco años después, se dio esa conversación porque estábamos buscando una aventura, ver algo distinto. Averiguamos y nos lo pusimos como una meta. Pensamos que si salía mal volveríamos a Buenos Aires a retomar nuestra vida y que no perderíamos mucho. Así que decidimos hacerlo.
¿Sólo la búsqueda de aventuras te motivó a emigrar o también hubo otros motivos?
Más allá de eso, también hubo otras razones. Yo estaba bien en la Argentina, pero había algunas cosas que ya no me gustaban y que tampoco quería que mi esposa las sufriera. Te doy un ejemplo: ella regresó a su país unos meses para terminar la universidad y me envió un reloj de pulsera de regalo. El reloj llegó a la Argentina, pero nunca lo pude retirar a pesar de que estaba todo pago. Fui a Ezeiza y tampoco lo pude retirar. Hoy en día, seis años después, sigue pasando lo mismo. Además, en ese entonces también estaba el 35% de impuesto a las compras en el extranjero y eso nos afectaba a la hora de pagar los servicios de Internet que usábamos para trabajar o viajar.
¿Cuáles fueron tus mayores miedos ante esa decisión?
Fueron varios. Desde que no me aceptaran en el control de pasaportes en Europa hasta no conseguir trabajo o alquiler, o pelearme con mi pareja y tener que buscar otro lugar para vivir o volver a Buenos Aires. Pero bueno, si no salía bien tenía que volver a la Argentina a hacer mi vida nuevamente. Lo vi de esa manera, pensé en lo bueno y en lo malo y me pareció que por lo bueno valía la pena intentarlo.
¿Por qué elegiste Bulgaria particularmente?
Elegimos vivir en Bulgaria principalmente porque mi pareja tuvo una oferta de trabajo para enseñar inglés allí y decidimos que esa podía ser nuestra oportunidad para quedarnos en Europa. Yo vine y empecé a buscar trabajo. Tardé muchos meses en encontrar algo fijo, pero una vez que ambos tuvimos trabajo y la residencia empezamos a viajar cada vez que podíamos. Acá en Europa los tiempos de viaje con mucho más cortos, podés ir de una punta a la otra en menos de cinco horas. Realmente es muy fácil viajar, se puede planear con mucha anticipación y en Europa privilegian mucho a las personas que planean. Además, la gente también te ayuda en la calle, en muchos lugares sos bienvenido como turista y eso ayuda muchísimo.

¿Ese concepto acerca de que en Europa se premia a quien planea lo ves reflejado en otros ámbitos?
Lo veo reflejado en las expectativas de la gente. Creo que la mayoría espera que todos tengan metas a corto y largo plazo. Es muy valorado, en mi opinión.
¿Cuáles fueron las cosas que más te gustaron y las que menos te gustaron de Bulgaria apenas llegaste?
Cuando llegué, los primeros días sufrí un shock cultural. La arquitectura es distinta y, además, estacionan en cualquier lado, no te dejan espacio para caminar y rompen las veredas con el peso de los vehículos. También manejan mal. Por ejemplo, doblan sin utilizar las luces de giro y de manera impredecible. Hoy en día eso está más controlado, pero sigue sucediendo fuera del centro de la ciudad.
Entre las cosas que más me gustan están la gran cantidad de árboles y la naturaleza que hay en la ciudad. Parques que parecen bosques, la vista a la montaña y su fácil accesibilidad. Además, la seguridad en las calles y el bajo costo de vida.
¿Volverías a la Argentina hoy después de tantos años en Bulgaria?
No, ya me acostumbré a otras cosas. Vuelvo, pero sólo de vacaciones para visitar a mi familia y amigos.
¿Cómo es viajar viviendo en Bulgaria?
Desde Bulgaria hay muchas aerolíneas low cost, están las principales de Europa como Ryanair o Norwegian. Se hace mucho más sencillo poder planear un viaje en avión y acortar los tiempos, por lo que podemos irnos solamente por un fin de semana y en un par de horas estar en otro país. Es fantástico que tantos países estén tan cerca, eso a mí todavía me parece increíble.
¿Planeás tus viajes o preferís la espontaneidad?
Los viajes en general son planeados, pero me gusta dejar algo para la improvisación. Por ejemplo, los pasajes de avión o bus son totalmente planeados, cuando veo que hay ofertas baratas y tengo días libres, los reservo. De esa forma, compro lo más barato posible y ya me queda el viaje planeado generalmente para hacer dentro de cuatro o cinco meses, o incluso más. Y lo que dejo para improvisar en el momento es qué hacer en el lugar porque no me gusta correr de un lugar para el otro. Me gusta tener tiempo libre, estar de vacaciones.
¿Cómo viviste todo el tiempo que no pudiste viajar por la pandemia y qué sentiste cuando pudiste volver a hacerlo?
Fueron seis meses en los que extrañé poder viajar, sobre todo porque tenía pensado ir en abril a Valencia ya desde el año pasado. Por suerte todavía no había reservado nada y en febrero, al ver que comenzaba la pandemia, no hice reservas. Durante todo ese tiempo vi pasar las promociones y tuve que esperar hasta tener la seguridad de poder viajar. Miraba las noticias de España y revisaba el Boletín Oficial de ese país para saber si podía viajar y, finalmente, la primera semana de julio se habilitaron los viajes y reservé inmediatamente aprovechando una promo de vuelos con cambios flexibles. Aun así, hasta la última semana no estuve seguro de poder viajar porque todo cambia a cada momento. Llegar a Valencia fue un alivio, como haber recuperado finalmente una parte de mi vida. Una felicidad inmensa.

En Valencia volvió sonreír. Porque allí, en el sureste de España, Néstor Suárez finalmente pudo retomar esas grandes aventuras que comenzaron cuando un día dejó la bonaerense ciudad de Avellaneda para partir hacia Europa, continente que hoy recorre gracias a sus tantos viajes amados.
Imagen destacada: El Viaje Amado.

