
Odiseo y las aventuras que derivaron en un sustantivo
Hay veces que en nuestras vidas se presentan aventuras increíbles y dificultosas a las que en muchas ocasiones podemos calificarlas como verdaderas odiseas. Sin embargo, ¿a cuántos se les habrá ocurrido que la etimología de esa palabra tiene que ver con un clásico de la mitología griega?
Homero es el responsable de eso. El mismo autor de La Ilíada, la epopeya que narra algunos hechos de la extensa Guerra de Troya, fue quien escribió La Odisea, donde cuenta las historias de uno de lo personajes destacados de La Ilíada: Odiseo.
El héroe también conocido como Ulises —así se lo llama en la mitología romana— es el protagonista de esta historia titulada en honor a su nombre. Porque las complicadas peripecias que vivió durante los diez años que demoró en retornar a su hogar, Ítaca, derivaron en la creación de un sustantivo que define a la perfección lo que es un viaje turbulento.

LOS OBSTÁCULOS FUERA DE CASA: LA PARTIDA DE TROYA
La Ilíada concluye con la muerte de Héctor en manos del gran Aquiles, que luego de quedarse con el cuerpo del troyano decide devolvérselo a su padre, el rey Príamo. Tras ese suceso, la mitología griega nos cuenta que Aquiles muere pero los aqueos lograron entrar y destruir la fuerte y rica ciudad de Troya.
Tras el triunfo, los vencedores emprendieron el regreso a sus respectivas tierras. Dentro de ellos se encontraba Odiseo, un guerrero que se caracterizaba por su ingenio y astucia para los engaños, y que había dejado la isla de Ítaca diez años antes para acudir a la batalla. Odiseo era rey de Ítaca, esposo de Penélope y padre de Telémaco, a quien había visto muy poco pues partió hacia Troya cuando recién había nacido.
¿Qué fue lo que le sucedió a Odiseo que tardó tanto tiempo en regresar a su hogar? Sería más fácil contar qué no le ocurrió al pobre griego, que pasó de luz de la victoria a la oscuridad de una tristeza que le ensombreció el corazón por no poder llegar a su casa. En La Odisea, Homero relata los distintos conflictos que fue teniendo el héroe mientras navegaba hacia Ítaca, pero hay un suceso que marca su destino: su estadía en la isla de los Cíclopes. Allí, Odiseo ciega a Polifemo, un cíclope hijo del dios Poseidón y la ninfa Toosa. Angustiado por su herida, Polifemo le rogó a su padre que castigue a su agresor y Poseidón, encolerizado por el sufrimiento de su hijo, decidió complicarle el regreso a Odiseo.
A partir de ese momento, el protagonista sufrió un sinfín de percances mientras conducía la nave en altamar con unos compañeros que fueron pereciendo en el camino: algunos devorados por Polifemo, otros por los monstruos marinos Escila y Caribdis, y los restantes quedaron cautivos por la hechicera Circe.
Ya estando solo, Odiseo recaló en la isla donde habitaba Calipso, una ninfa que lo deseó desde su llegada y le prometió la inmortalidad a cambio de su amor. Sin embargo, lo que Odiseo verdaderamente quería era estar con Penélope y por eso, después de siete años, dejó la isla para regresar a Ítaca luego de que Atenea intercediera ante Zeus para que el héroe pudiera cumplir su cometido. Fue así como, tras sortear unos últimos obstáculos puestos por Poseidón, llegó al país de los Feacios para emprender el regreso a su patria.
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
Ítaca (1911), poema de Constantino Cavafis que hace referencia a La Odisea
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues —¡con qué placer y alegría!—
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las ítacas.
LOS OBSTÁCULOS EN CASA: LOS PRETENDIENTES DE SUS POSESIONES
Los Feacios, tras escuchar todo el relato de lo sucedido, ayudaron a Odiseo a llegar a Ítaca. Sin embargo, en su tierra el héroe tampoco tendría las cosas fáciles porque había un sinfín de pretendientes que querían desposar a su mujer, Penélope, que estiró lo más que pudo el inevitable momento de unirse en matrimonio a un nuevo hombre.
Ayudado siempre por Atenea, Odiseo se reencontró en Ítaca con su hijo, Telémaco, y con su más fiel sirviente, Eumeo, quienes lo ayudaron a asesinar a todos los pretendientes que deseaban no sólo a su esposa, sino también sus posesiones.
Transfigurado como un viejo y harapiento mendigo gracias a la magia de Atenea, Odiseo acudió a su palacio y con su ingenio se las arregló para desarmar y encerrar a todos los pretendientes, a los cuales mató con la ayuda de Telémaco para retomar el trono de Ítaca y volver al lado de su amada Penélope.
La Odisea es una epopeya que constituye la vasta literatura helénica. En ella se hace referencia a los héroes y sucesos más conocidos de la mitología griega, de la cual Homero es un nombre infaltable. Más allá de los relatos épicos y fantásticos de la obra, ¿qué nos enseña La Odisea? Que con fe y convicción toda adversidad puede ser superada. «No hay mal que dure cien años», asegura un conocido refrán. Odiseo, al menos, no tuvo que esperar tanto.
Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

