Europa,  Literatura

Roald Dahl, de una fábrica de chocolate a Matilda

En la actualidad, ocurre algo muy particular con la literatura y su relación con el cine, porque muchas veces la pantalla grande se queda con los créditos al contar historias que no le pertenecen. Que no surgieron de las cámaras, sino de la tinta y el papel.

La cuestión se vuelve más injusta aún cuando la sociedad, fascinada por la obra que acaba de ver en una sala, alaba a guionistas y directores, a quienes se considera como los hacedores de aquellas tramas atrapantes. Allí, la injusticia radica en dejar en el olvido a los verdaderos responsables de aquellas obras que cautivan: los escritores. Aquellos que volcaron en las hojas sus ideas, sus vivencias y sus enseñanzas. Ejemplos hay muchos, pero quizás uno de los más representativos es el de Roald Dahl.

Nacido en Cardiff en 1916, Dahl fue un escritor casi desconocido si se tiene en cuenta su legado. Porque seguramente a muchas personas les resulten familiares títulos como Matilda, El buen amigo gigante, Las brujas o Charlie y la fábrica de chocolate. Sin embargo, ¿cuántas de todas esas personas saben que la mente detrás de esos éxitos cinematográficos fue un galés que es considerado como uno de los productores de libros infantiles más importante del siglo pasado?

Willy Wonka (Johnny Depp) en la adaptación cinematográfica de 2005 de «Charlie y la fábrica de chocolate».

También conocido por trabajos como Los gremlins y James y el melocotón gigante, Roald Dahl cuenta en su haber con una gran cantidad de historias que contó en géneros diversos como novelas, cuentos y poesías. Sin embargo, de todos ellos los más populares son Charlie y la fábrica de chocolate (1964) y Matilda (1988), justamente magnificados por el poder que provee el cine.

De todas formas, el hecho de que las historias de Dahl hayan sido conocidas mayoritariamente gracias a la adaptación de algunas de ellas a la pantalla grande no debería tampoco verse como algo netamente negativo. Porque gracias a ese factor quedó a la vista no sólo su verdadero autor, sino también el mensaje que hay detrás de ellas. Se descubrió que no se trata sólo de una literatura banal y sin aporte alguno, sino que tiene implícita una moraleja para los más chicos.

Tamaña responsabilidad puede apreciarse en Charlie y la fábrica de chocolate, donde el empresario chocolatero Willy Wonka y los operarios de su prestigiosa planta, los Oompa-Loompas, les dan una lección a aquellos niños malcriados y carentes de valores que visitan su propiedad tras ganarse un boleto dorado. También pueden notarse las enseñanzas que trasmite la historia de Matilda, una niña prodigio que, además de poseer un increíble intelecto, llega a destacarse del resto de los chicos de su edad debido su insaciable deseo de leer, algo que contrasta con las costumbres de sus mediocres padres, que desperdician horas de su vida consumiendo televisión.

La historia de «Matilda» fue llevada al cine en 1996.

Por supuesto, dentro del grupo que conoce la vida y obra del británico también hay detractores. Tal vez las críticas más reconocidas —y también las que más ridículas suenan— son aquellas que encuentran explotación laboral y racismo en la relación de Willy Wonka y los Oompa-Loompas. Algo que no tiene asidero, pues en la novela se explica que aquellas personas de baja estatura provenientes de una tierra ficticia llamada Loompalandia en realidad reciben como parte de pago toda la cantidad que ellos deseen de cacao, su alimento predilecto.

Más allá de ese y otros cuestionamientos más rebuscados que firmemente argumentados, lo cierto es que el nombre Roald Dahl representa a una figura destacada dentro del universo literario. Porque con su fantástica imaginación y sus curiosos personajes, el galés pasó de contarles historias a sus hijas pequeñas antes de dormir a narrar aventuras para niños de todo el mundo y de diferentes épocas. De tu trascendencia, al menos, no hay ninguna duda.

Imagen destacada: BBC.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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