Europa,  Literatura

«Tren nocturno a Lisboa» y la libertad de disfrutar de la vida

Hay publicaciones que se convierten en un éxito de ventas casi inmediatamente después de salir a la venta. Hay otras que tardan años. Existen historias que quedan en el olvido y también están aquellas otras que con el tiempo se convierten en obras maestras. En este último grupo justamente se debería encontrar una novela llamada Tren nocturno a Lisboa.

¿Por qué tamaña afirmación? ¿Puede ser una pieza única de la literatura un libro poco conocido? Sí, puede, y aquí tenemos un claro ejemplo. Quizás hoy no sea un título muy difundido o el autor no sea el más reconocido, pero dentro de unos años podría serlo. O no. Pero eso no cambiará que lo que cuenta la obra sea una maravilla filosófica.

Tren nocturno a Lisboa es hasta ahora la tercera y penúltima novela del escritor suizo Peter Bieri, que firma sus trabajos como Pascal Mercier. La historia fue publicada en 2004 y narra la historia de un profesor llamado Raimond Gregorius, quien da clases de latín y griego en una escuela de educación media en Berna, la capital de Suiza. «Mundus», como lo llaman, tiene una vida monótona y predecible hasta que se cruza con una joven portuguesa que intenta arrojarse al agua desde el puente de Kirchenfeld.

Raimond finalmente logra salvar la atormentada vida de la mujer, pero al hacerlo su propia vida se vuelve insoportable cuando se topa con un libro que la portuguesa deja atrás al desaparecer. Ese libro es un resumen de los pensamientos de un médico también portugués llamado Amadeu Inácio de Almeida Prado, cuyas profundas reflexiones acerca de la existencia humana hacen que Gregorius se plantee cosas que nunca antes había abordado con determinación. ¿Hace lo que le gusta? ¿Toma riesgos? ¿Se aventura en experiencias nuevas? Y lo más importante: ¿es feliz?

Con todo ese torbellino de pensamientos arrasando su consciencia, Gregorius decide impulsivamente dejar su vida atrás e ir hacia Lisboa, la capital de Portugal, para conocer más acerca de la vida de Amadeu. Es así como esta novela se trata de un libro dentro de otro libro y, a su vez, de dos historias similares entre dos personas que vivieron en épocas totalmente diferentes.

Pascal Mercier, el autor de «Tren nocturno a Lisboa». Foto: Paula Winkler/ Hanser.

EL PARALELISMO ENTRE GREGORIUS Y AMADEU, EL «SACERDOTE ATEO»

Gregorius se toma el tren que lo lleva desde Berna hasta Lisboa con una previa escala en Ginebra y, a partir de allí, se deja envolver completamente por todo el misterio que rodea a la figura del médico portugués, a quien la portada del libro presenta como el «orfebre de las palabras».

«No quiero vivir en un mundo sin catedrales. Necesito el brillo de sus ventanas, su fresco silencio, su imperioso silencio. Necesito el fluir del órgano y la sagrada plegaria de los hombres que están orando. Necesito la santidad de las palabras, la superioridad de la poesía mayor. Necesito todo esto. Pero no menos necesito la libertad y la oposición a toda crueldad. Porque una no es nada sin la otra. Y nadie quiera obligarme a elegir».

Pascal Mercier en Tren nocturno a Lisboa (2004)

A medida que transcurre el tiempo en la capital lusa, «Mundus» establece una serie de encuentros con personajes que fueron parte de la vida de Amadeu y que de a poco lo ayudan a comprender su personalidad y su historia. Tras conocer a sus hermanas y viejos amigos, el suizo descubre que Amadeu está muerto y que sus últimos años los vivió siendo parte del movimiento político opositor al dictador portugués António de Oliveira Salazar.

La vida del médico obsesiona a Gregorius por diversos motivos. Aunque el hecho de haber formado parte de un movimiento subversivo es uno de ellos, lo que verdaderamente cautiva al profesor son sus emotivas palabras. Porque Amadeu plasmó en el papel sus más profundas preocupaciones y reflexiones acerca de la libertad, una característica que consideraba fundamental para la búsqueda de la felicidad.

Gregorius encuentra un paralelismo entre su vida y la del portugués. Porque él no es feliz con su vida de divorciado en Berna, donde todos los días son iguales y predecibles, y en donde no tiene en quién más preocuparse que no sean sus alumnos. Pero tampoco lo era con la suya Amadeu, quien a pesar de ser un prestigioso profesional no escogió el camino que deseaba sino el que intuía que su padre quería para él.

En esa investigación, Gregorius descubre que Amadeu era conocido como el «sacerdote ateo» debido al discurso que pronunció al graduarse del liceu, la institución de enseñanza secundaria en Portugal. Parado en el altar de la iglesia católica donde se llevó la ceremonia, Amadeu confesó su pasión por las catedrales en cuanto a su arquitectura y aseguró que no podría vivir en un mundo sin ellas, pero a su vez criticó severamente a la religión, a la que le cuestionó la supresión de libertades y el hecho de ofrecer una vida eterna, algo que él consideraba ridículo pues, de esa forma, pensaba que la vida no tendría sentido.

«Es la muerte lo que da al instante su belleza y su horror. El tiempo sólo se vuelve tiempo con la muerte. ¿Por qué no lo sabe el Señor, el Dios omnisciente? ¿Por qué nos amenaza con una eternidad que sería un vacío insoportable?»

Pascal Mercier en Tren nocturno a Lisboa (2004)

LA TRISTE VIDA DE UN PERSONAJE PROFUNDO

Mercier introduce en esta novela a un personaje complejo, lleno de experiencias que lo hacen ser una persona melancólica y reflexiva. Porque Amadeu sufrió desde el principio hasta el fin de sus días y en todos los ámbitos de su vida, tanto en el afectivo como en el profesional, que además se presentan estrechamente relacionados.

En su familia sufrió la indiferencia de su padre, que nunca reconoció su brillantez y hasta lo empujó a la infelicidad al no incentivarlo a estudiar las carreras relacionadas con las letras que a él tanto le apasionaban. De esa forma, Amadeu decidió convertirse en médico para complacer a su padre y también para poder ayudarlo a soportar los dolores de la enfermedad que padecía.

En cuanto a la amistad, siempre debió sufrir por la distancia intelectual que lo separaba de las personas de su edad, de las que incluso se alejó por haberse salteado años académicos. En su adolescencia conoció a su mejor amigo, Jorge O’ Kelly, con quien finalmente terminaría rompiendo el vínculo tras enamorarse de su novia, Estefânia Espinhosa, quien sería el amor de su vida a pesar de que su final como pareja no fue feliz.

La muerte le llegó gracias a un aneurisma que sufrió cuando ya era parte de la resistencia a la dictadura militar que gobernaba el país en aquel entonces, a la cual sintió la necesidad moral de unirse tras salvar la vida de Rui Lui Mendes, uno de los policías más sanguinarios del régimen. La gente de Lisboa, que hasta ese entonces lo amaba por sus servicios prestados como médico, le dio le espalda y lo repudió acusándolo de traición, algo con lo que Amadeu nunca pudo lidiar.

Trailer de la adaptación cinematográfica de «Tren nocturno a Lisboa». Video: VEOCLIPS (YouTube).

UNA DE LAS DICTADURAS MENOS CONTADAS

Más allá de la historia ficticia y del mensaje filosófico que transmite Tren nocturno a Lisboa, la novela cuenta con un detalle histórico que la hace interesante. En sus páginas se habla de la dictadura que vivió Portugal entre 1926 y 1974, algo que efectivamente ocurrió en la vida real.

Quien estuvo al mando de la dictadura en la época que se narra en la novela fue António de Oliveira Salazar, un abogado especializado en economía que llegó al poder en 1932 tras haber sido ministro de Finanzas, cargo desde el cual logró sanear las arcas de una República Portuguesa relativamente joven que todavía no se había acomodado tras dejar atrás la monarquía. Primero intolerante con la crítica por parte de sus compañeros de gobierno, más tarde también lo fue con la opinión pública y por eso se encargó de perseguir a sus detractores, con la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE) como su principal brazo armado.

Desde el punto de vista histórico, la novela es enriquecedora culturalmente porque habla de una de las dictaduras europeas que más se prolongó en el tiempo, pero de la cual poco se menciona. Si al hablar de regímenes totalitarios del siglo XX se tienen en cuenta el de Benito Mussolini en Italia, el de Adolf Hitler en Alemania o el de Francisco Franco en España, también es necesario saber que el pueblo portugués se vio oprimido a lo largo de 48 años, de los cuales 36 fueron con Salazar a la cabeza (1932-1968).

«MEMENTO MORI («Recuerda que eres mortal», en latín). El memento como instrumento de lucha contra la comodidad, el autoengaño y el miedo que siempre se asocia a todo cambio necesario. Hacer el viaje tan soñado, aprender ese idioma, leer aquel libro, comprarse esa joya, pasar una noche en ese hotel famoso. No fallarse a sí mismo».

Pascal Mercier en Tren nocturno a Lisboa (2004)

Tren nocturno a Lisboa tuvo una adaptación cinematográfica en 2013 con el aclamado actor británico Jeremy Irons en el papel de Raimund Gregorius y de esa forma se añadió una vía más para hacer llegar el mensaje que Pascal Mercier quiso transmitir 9 años atrás al llenar página tras página. Aquel que dice que dice que la vida tiene un final y que, por eso, no hay que dejar pasar la oportunidad de tomar los caminos que conduzcan a la felicidad.

Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

Periodista y escritor. Me gusta contar historias.

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