
«Soy leyenda»: la pandemia vampírica que el cine no supo explotar
El 2020 trajo a nuestro vocabulario cotidiano el concepto de pandemia gracias a la enfermedad que hoy conocemos como COVID-19. Es por eso que en este contexto puede resultar mucho más fácil leer la novela Soy leyenda de Richard Matheson, que se trata de algo parecido a lo que sufre la humanidad actualmente pero con una fantástica particularidad: la enfermedad esparcida a lo largo y ancho del mundo transmite vampirismo.
La idea es menos loca de lo que en realidad parece. Porque Soy leyenda plantea un mundo distópico al igual que tantas otras novelas —1984, Un mundo feliz o Fahrenheit 451, por citar algunos ejemplos— en el cual el vampirismo pasa más por lo científico que por lo sobrenatural. El argumento gira en torno a Robert Neville, un hombre de mediana edad que habita en la ciudad estadounidense de Los Ángeles y parece ser el único superviviente de esa tan peculiar pandemia.
Con el correr de las páginas, Neville se hunde poco a poco en la desesperanza provocada por la desesperante soledad y los tortuosos recuerdos de las pérdida de su mujer y su hija, quienes murieron durante las primeras oleadas de contagios. Así, el tiempo del protagonista pasa entre la aniquilación de vampiros durante el día y la supervivencia durante la noche, cuando las criaturas asedian su hogar reforzado con maderas y ajo.
Y aunque existen similitudes con otras obras literarias que hablan de distopías o vampiros, fueron las originales diferencias con respecto a ellas las que hicieron que Matheson se destacara con Soy leyenda. Porque en la novela publicada en 1954, el autor norteamericano logró presentar al vampirismo como una enfermedad producida por bacterias y no por una especie de maldición. Un original enfoque que pondrá al protagonista a investigar sobre cuestiones médicas y psicológicas en vez de ahondar en el clásico esoterismo.
«Neville miró a los nuevos habitantes de la Tierra. No era como ellos. Semejante a los vampiros, era un anatema y un terror oscuro que debían destruir. Y de pronto, la idea apareció en su cabeza, divirtiéndolo, a pesar del dolor».
Richard Matheson en Soy leyenda (1954)
LA NOVELA EN LA PANTALLA GRANDE
Probablemente con el título de la novela a muchos se les venga a la mente la película homónima de 2007 protagonizada por Will Smith. Y aunque el nombre es el mismo y también allí hay vampiros, el film dista mucho de la esencia del libro. Porque más allá de las diferencias físicas del protagonista —que fue interpretado por un actor negro cuando en la novela se lo describe como un hombre caucásico—, en la versión cinematográfica los vampiros son mostrados como criaturas monstruosas y no como seres pensantes que intentan provocar constantemente a Neville. Y como si eso fuera poco, en el film no se explica la diferencia entre los vampiros muertos —que son cadáveres animados por las bacterias— y los vampiros vivos —que son personas infectadas por las bacterias—, algo que sobre el final de la novela termina siendo fundamental pues se descubre que los vampiros constituyen una nueva sociedad mundial en la cual ya no hay lugar para los humanos como Neville.
De todas formas, la película de Will Smith no es la única que llevó a la pantalla grande la obra de Matheson, sino que fue la tercera. La primera se llamó El último hombre sobre la tierra, fue estrenada en 1964 y es —salvando algunos pequeños detalles— la que más se asemeja a la historia original pues sí retrata a esa nueva sociedad vampírica que finalmente termina ejecutando al protagonista. La segunda se estrenó en 1971, fue titulada como El último hombre vivo (también conocida como The Omega Man, por su nombre en inglés) y es, por lejos, la que más desvirtúa la idea del autor. El hecho de que lo único similar al libro sea el nombre del protagonista refleja claramente las insalvables diferencias con lo contado en el papel.
Más allá de esas adaptaciones, el propio Matheson escribió en 1957 un guion para convertir a Soy leyenda en una película llamada Criaturas de la noche. Actualmente, en las nuevas ediciones de la novela (como la de Minotauro presente en la imagen de este artículo) el autor incluye ese guion y también las correcciones que los responsables de la compañía Hammer Films sugirieron en aquel entonces para poder llevar a cabo una historia original que, según ellos, tenía una «excesiva tendencia a regodearse con la truculencia».

Dejando de lado el terreno cinematográfico y volviendo a su ámbito original, Soy leyenda es considerada por muchos una novela de culto. Su particular forma de presentar algo tan clásico como el vampirismo y la pérdida de humanidad que vive el protagonista hacen a la historia cautivante, y mucho más si se tiene en cuenta que hoy muchas personas están experimentando sensaciones similares debido al aislamiento forzado. Y aunque afortunadamente no seamos acechados por hambrientos vampiros, seguramente quien lea Soy leyenda en la actualidad podrá comprender mucho más que antes al solitario Robert Neville.
Imagen destacada: Martín Bugliavaz.

